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Actualizado: 30 de junio de 2025


Un recitado más solemne y majestuoso, con viva gesticulación, y hasta con carácter algo declamatorio, piden las estancias y también las liras y las silvas, sólo que estas últimas han de recitarse con más lentitud; la de los yambos no rimados ha de ser al contrario, ligera y sencilla, mientras que el soneto, á causa de su importancia, por regla general, y de su lenguaje escogido, necesita que se pronuncie con el mayor cuidado, sobre todo, en lo que se refiere á su exacta acentuación.

Al oír aquella voz, Lacante abrió los ojos, la miró largamente, como si volviera de una región lejana y quisiera penetrarse del sentido de las palabras. Después, sus labios rígidos pronunciaron con lentitud: , quiero. Elena se volvió hacia . Ya lo ha oído usted... ¡Hágalo usted cristiano, Máximo! Yo contesté con toda sinceridad: No soy digno.

Sus versos eran en español, y ella no podía entenderlos... Pero como si experimentase la necesidad de esparcir en la noche algo que latía en su cerebro, fundiendo el misterio interior con el misterio del ambiente, comenzó a recitar versos franceses con una lentitud sacerdotal, seguido por la mirada ávida de Mina, que hacía esfuerzos para no perder la significación de una sola palabra.

Cuando volvió a abrirlos vio la habitación en la obscuridad, sintió en sus espaldas la blandura del lecho y bajo su nuca un brazo mórbido que le sostenía cariñosamente. Leonora le hablaba al oído con la lentitud del cansancio. Convenidos. Huirían juntos, irían a continuar su dúo de amor donde nadie les conociera, donde la envidia y la vulgaridad no turbasen su dulce existencia.

Su adversario continuaba mudo ó inmóvil. Separó el marqués sus manos para dar la primera palmada. Todo esto lo hizo con una lentitud que daba á sus movimientos cierta solemnidad trágica. Los otros padrinos, colocados á alguna distancia de él, miraban con una emoción mal disimulada. El médico, que seguía arrodillado junto á su caja, levantó la cabeza con los ojos muy abiertos.

Luego añadió, como si emplease un argumento supremo: Usted, don Carlos, deja pasar á todos. A todos menos á ti contestó Rojas agresivamente . Si te encuentro otra vez en mi estancia, te saludaré á balazos. Esta amenaza acabó con el hipócrita respeto del gaucho. Miró á Rojas despectivamente, y dijo con lentitud: Es usted un viejo, y por eso me habla así.

Cuando te arroje en sus brazos tendrá que reconocer que no soy un ingrato ni un indiferente, su altivez se humanizará y la volveré á ver como en otro tiempo, sonriente y afectuosa. Jacobo se puso grave y dijo con lentitud, como si pesase las palabras: Hace veinticuatro horas, Cristián, estoy reflexionando sobre todo lo que me has revelado.

Contemplaba á su acompañante, de abajo á arriba, con unos ojos empañados por el amor. Las caricias de ella eran ascendentes, subían con lentitud voluptuosa, como suben de las profundidades azules las flores y las estrellas marinas en busca de la luz.

Aplaudía la gente, gritaban los más entusiastas y nerviosos, rugía la música, y en medio de este estruendo, que iba esparciéndose por ambos lados, desde la puerta de salida hasta la presidencia, avanzaban las cuadrillas con una lentitud solemne, compensando lo corto del paso con el gentil braceo y el movimiento de los cuerpos.

Subí a cubierta; tomando como mira un punto cualquiera de la costa y otro del buque, distinguíamos que éste avanzaba con la misma lentitud que el minutero sobre el cuadrante de un reloj; pero avanzaba, lo que era la cuestión. Desde la altura, el capitán Maal pedía vapor, más vapor.

Palabra del Dia

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