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Actualizado: 23 de junio de 2025
Tal debía ser, poco más o menos, el resumen de las reflexiones de Kernok, porque permaneció risueño y tranquilo a la vista de aquel horrible espectáculo. Sus marineros, al contrario, se habían mirado largo rato con una especie de extrañeza estúpida.
Diciendo estas palabras, Melia se había arrojado a las rodillas de Kernok, que al principio la había escuchado con bastante paciencia; pero, cansado de oírla, la rechazó tan rudamente, que la cabeza de Melia fue a dar contra la madera.
¿Qué más diré? La suerte favoreció siempre a Kernok, porque el Cielo es justo: hizo numerosas presas a los ingleses. El dinero que obtenía se liquidaba rápidamente en las tabernas de Saint-Pol; y es en el momento de disponerse a embarcarse de nuevo para fabricar moneda, como él decía en su ingenuo lenguaje, cuando le vemos llamar a la puerta de la respetable familia del desollador.
Y los piratas, fatigados, se lanzaron sobre el puente; Kernok dejó a El Gavilán al pairo hasta el amanecer, y fue a gustar de algunos instantes de reposo, con la satisfacción de un hombre opulento que se encierra en su alcoba después de haber dado una fiesta suntuosa a sus invitados.
Y el maestro Zeli, olvidando que era difícil hacerse oír a dos tiros de cañón de distancia, animaba con la voz y con el gesto a los marineros que conducían a bordo a Kernok. Por fin el bote se acercó al brick y atracó a estribor. El maestro Zeli corrió a la escala a dar el silbido que anunciaba al capitán, y, con el sombrero en la mano, se dispuso a recibirle.
Sin embargo, aquella sociedad compuesta de elementos tan poco homogéneos, vivía a bordo en perfecta inteligencia, gracias a la rigurosa disciplina que Kernok había establecido. Pasa lista dijo al segundo, y cada marinero fue respondiendo a su nombre. Faltaba uno, el piloto Lescoët, un compatriota de Kernok. Anótale para veinte chicotazos y ocho días de calabozo.
Apenas Kernok se vio dueño del buque, retornó a Nantes para reclutar una tripulación conveniente, armar su nave y poner en práctica su proyecto favorito. Y para que digáis que no hay una Providencia, apenas llegado a Francia se entera de que los ingleses nos han declarado la guerra, obtiene la autorización competente, sale, da caza a un buque mercante y entra con su presa en Saint-Pol de León.
Kernok tenía una de esas almas fuertemente templadas, inaccesibles a las mezquinas consideraciones que los hombres débiles llaman reconocimiento o piedad. No es extraño, pues, que cuando apareció en el puente no se notara en él la menor emoción. El capitán se ha ahogado dijo con calma al contramaestre ; es una lástima, porque era un valiente.
Kernok dijo por fin la bruja con una voz débil y entrecortada , tira, tira ese puñal, porque hay sangre en él; sangre de ella y de él. Y la vieja sonrió de una manera espantosa; después, poniendo el dedo sobre su cuello: La has herido ahí... y sin embargo, aun vive. Pero no es eso todo... ¿Y el capitán del barco negrero?
Mi anciana madre acaba de morir; he querido estar hasta el último momento a su lado para cerrarle los ojos. ¡Ah! dijo Kernok. Después, volviéndose hacia su segundo: Arregla las cuentas a ese buen hijo. Y el segundo dijo dos palabras al oído de Zeli que se llevó a Lescoët a un rincón. Hijo mío le dijo agitando una cuerda larga y estrecha , tenemos un hueso que roer juntos.
Palabra del Dia
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