United States or Peru ? Vote for the TOP Country of the Week !


¡Caramba! gritó aquí Peñascales, acordándose hasta de su hija . En este caso añadió , ¿estará usted con licencia? No, señor: jubilado. ¡Y tan joven! Señor de los Peñascales, la política no reconoce edades ni servicios. Verdad es. Sobre todo, cuando los funcionarios tenemos carácter y dignidad. También es cierto. Pero ¿no piensa usted volver a ejercer?...

Ni por casualidad se dio el caso de que alguna de sus hijas le apoyase. Tratándose de asuntos ajenos a la dirección rentística de la casa, muchas veces se partían las opiniones; algunas hijas se ponían de parte de papá contra sus hermanas. Mas en cuanto asomaba el problema económico, constantemente se veía al Jubilado de un lado y a las cuatro hijas de otro.

Por fin el presidente daba la orden de apagar, y los pollos se retiraban a sus domicilios respectivos tan mustios como correctos. ¡Espectáculo consolador el de aquellas heroicas jóvenes que, apesar de sus vivos deseos de ir al baile, preferían permanecer en casa a quebrantar los principios fundamentales en que descansa la dicha y el sosiego de la sociedad! Allí viene Paco con el Jubilado.

Pues nada, este infeliz se figura prosiguió el marica, sin hacer caso de la mirada recelosa que le dirigió que porque Fernanda Estrada-Rosa gasta algunos remilgos no le gustan las peluconas como a todo hijo de vecino... ¡Tonto, tonto, más que tonto! Hombre, Fernanda ya es otra cosa manifestó el Jubilado, que no estaba en el ajo Es una chica muy rica y no necesita casarse por el dinero.

Vivía Pilar con su padre y con una tía paterna; ni uno ni otro se resolvieron acompañarla; el padre, magistrado jubilado, por no dejar la Bolsa, donde a la chita callando realizaba sus jugaditas modestas y felices; la tía, viuda y muy dada a la devoción, por horror de los jolgorios que sin duda le preparaba su sobrina como método curativo.

Entonces la nerviosísima hija del Jubilado le relató, tartamudeando por la ira, la situación en que había hallado a Josefina, la palidez de la niña después de la extraña invitación de su madrina, los gritos que había escuchado como si la estuvieran dando tormento. María Josefa unió inmediatamente sus imprecaciones a las de la joven.

En cuanto ven las escalas paradas se sublevan en uno u otro sentido, que eso es para ellos lo de menos, y ¡vengan empleos y cruces pensionadas!... Yo sostengo que mientras existan soldados no habrá tranquilidad en España. Pero, D. Cristóbal, ¿y si una nación extranjera nos atacase? El Jubilado dejó escapar una risita irónica y sacudió algunas veces la cabeza antes de contestar.

Mas hete aquí que, apenas lo hubo efectuado, saltó hecha un basilisco Micaela, la más irascible de las cuatro nereidas que nadaban en las profundidades de la morada del Jubilado: ¡Qué desvergüenza!... Esos no son juegos decentes, sino suciedades... No me extraña de Núñez, porque los hombres ¿a qué están?

Acaeció que en uno de estos días de vacilaciones para el conde, fue por la mañana a casa de Quiñones Micaela, la más nerviosa y violenta de las cuatro ondinas del Jubilado. Fue con objeto de pedir consejo a Amalia acerca de un vestido que tenía en proyecto para el próximo baile del casino. Apesar de sus treinta y pico, aún seguía tendiendo redes al sexo masculino.

El tío Gorico, desde el casamiento de Nicolasa, había empezado á pugnar porque le llamasen Don Gregorio; habíase jubilado del oficio de Abraham y del de pellejero, y no se empleaba más que en beber aguardiente y rosoli, y en ponderar la ventura y la grandeza de su hija, sus virtudes y la vida beata que daba á su ilustre esposo.