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Actualizado: 2 de julio de 2025


Las visitas a estas horas eran raras; pero como la noble familia del Jubilado mantenía tan íntima relación con la señora, no vaciló la criada en pasarla al gabinete de arriba, donde aquélla se hallaba. Qué importuna, ¿verdad? Querida, es la hora en que se la puede a usted pillar sola entró diciendo con la graciosa volubilidad que caracterizaba a los juveniles vástagos de Mateo.

Cuando se referían al oficial de Pontevedra y a Emilita hablaban como de una sola persona. Tan unidos y compactos los apreciaban ya. Servicios a tal extremo importantes los pagaba el Jubilado con una gratitud que le rebosaba del alma y le salía por los ojos. De buena gana se prosternaría ante ellas y les besaría la orla del vestido de cúbica.

Estaba en su jardín, sosegadamente, armando, para lanzarlo al aire, un papagayo de papel, pasatiempo honesto de un Mandarín jubilado, cuando le sorprendió ese «tilín-tín» de la campanilla. Ahora yace a orillas de un arroyo susurrante, vestido de seda amarilla, muerto sobre la hierba verde, con la panza al aire, y en sus manos frías tiene su papagayo de papel, que parece tan muerto como él.

Dale un beso a ese caballero. Adviértase que no dijo «al capitánni siquiera «a ese señor oficialTodavía sus labios civiles repugnaban dejar paso a una palabra de orden exclusivamente militar. ¡Pero papá! exclamó la hija menor, roja ya como una amapola. ¡Vamos!... profirió con la diestra extendida y en la actitud más imperativa que pudo adoptar jamás un dios jubilado. No hubo más remedio.

Padre Maestro Fray Pedro Roig de la Religión de Sto. Domingo, Calificador del Santo Oficio y Examinador Sinodal, y por su muerte el Reverendísimo P. Maestro Fr. Sebastián Guaite, de la Orden de San Francisco de Paula; Exprovincial una y otra vez de su Religión; Calificador el más antiguo; Examinador Sinodal continuado de muchos Señores Obispos; Lector jubilado y Maestro en Sagrada Teología.

El Jubilado se encuentra en el último grado del abatimiento y apenas se atreve a murmurar «que viendo a Núñez vivo a su lado no había razón para tanto sustoLas señoras juzgan que Micaela ha estado irrespetuosa con su padre, pero al mismo tiempo no pueden menos de convenir en que aquello ha sido un escopetazo, y manifiestan a la desgraciada esposa una ardiente simpatía. El vino de Fernanda.

La compañera maligna, que no es otra que Socorro, la tercera sirena del Jubilado, la sostiene. Encarámase al fin la primera en la cruz de dos ramas; asciende después a otra; aplauden las ninfas y la alientan con gritos de entusiasmo...

Fuera de estos sacudimientos periódicos con que la sabia naturaleza vigorizaba los nervios un poco enervados ya del Jubilado, la existencia de éste se deslizaba pacífica y suave. Ni le faltaban tampoco muchos y esmerados cuidados.

Pagole Manuel Antonio con otra, y se entabló animada disputa rebosando de palabras amargas e intencionadas que se prolongó hasta casa del Jubilado, no sin que éste hubiese hecho algunos vanos esfuerzos para poner paz entre ellos. La mejor parte la llevó, como siempre, el marica, que poseía para lanzar sus frases el vigor de los hombres y la sutil intención de las hembras.

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