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Actualizado: 2 de junio de 2025
Y sobre el contento y la satisfacción de amor propio que por enamorar a tan bella e ilustre dama se prometía, hubo de prometerse también desbancar y humillar a aquel castellano intruso, a quien sin saber porqué, puede ser que por envidia, había cobrado odio desde que le vio por vez primera. Pedro Carvallo, no obstante, distó mucho de conseguir su propósito.
Aún hemos oído contar á personas de toda veracidad que el intruso y audaz hombrecillo había tenido una parte principal en las misteriosas relaciones de Salomé con aquel joven militar, á quien enviaron al Perú después del rompimiento de la dama con el imberbe duque de X....
El tribuno hizo un gesto despectivo al oir el nombre del coloso. Su opinión sobre él estaba formada, y todo lo referente á su persona lo tenía guardado en una carpeta llena de papeles puesta sobre una mesa próxima. Allí estaban los célebres datos estadísticos sobre las enormes cantidades de materias alimenticias que llevaba devoradas el intruso.
Golbasto, el gran poeta nacional, se había retirado jurando vengarse del bárbaro intruso. Los concurrentes le vieron con un vendaje debajo de su corona de laurel, pues se había descalabrado al caer al suelo con Momaren bajo el disparo del gigante. ¿Qué ha hecho usted? volvió á repetir el profesor.
Era el intruso, que, cansado de esperar en la antesala, se había metido audazmente en la pieza más próxima. Se indignó el marqués ante tal irrupción; y como era de carácter fácilmente agresivo, avanzó hacia él con aire amenazador. Pero el hombre, que reía de su propio atrevimiento, al ver á Torrebianca levantó los brazos, gritando: Apuesto á que no me conoces... ¿Quién soy?
Y el gobierno, que ha dispuesto este despilfarro monstruoso, nos pide ahora, de repente, la muerte de su antiguo protegido. ¿Qué secreto hay en el fondo de tal petición?... Todavía estaría derrochando el dinero del país para sostener al gigantesco intruso, si éste, por su bestialidad nativa y su ignorancia, no hubiese molestado inconscientemente á ciertos personajes, especialmente á uno que es el consejero secreto del gobierno y el verdadero autor de los errores que comete.
No era precisamente una comida alegre, si bien Luis María, por lo menos, estuvo muy cordial conmigo. Querría decir lo mismo de la madre, pero por más esfuerzos que hacía para hacerme grata la mesa, evidentemente no ve en mí sino a un intruso a quien en ciertas horas su hija prefiere un millón de veces. Está celosa, y no debemos condenarla.
¿Desde Madrid? Sí. Y a Pamplona voy. ¡Salvarme tú!... ¡Conservarme la vida! Veo que también hay verdugos de la vida. Yo quiero ser contigo ese verdugo de vidas. Mira, mira, ¿quieres dejarme en paz, intruso, y volverte otra vez a tu Madrid? Nos iremos Yo seré feliz mañana dijo Navarro con hosca expresión , en el foso de Pamplona. ¡Qué frío hará allí! El prisionero temblaba.
¡Adiós amistades recientes, respetos nacidos junto al ataúd de un pobre niño! Toda la consideración creada por la desgracia veníase abajo como torre de naipes, desvanecíase como tenue nube, reapareciendo de golpe el antiguo odio, la solidaridad de toda la huerta, que al combatir al intruso defendía su propia existencia. ¡Y en qué momento resurgía esta animosidad!
Pero no fue necesario. ¡Bueno estaba poniendo Nélida al hermanito!... Al abrir la puerta, lo agarró de un brazo, haciéndolo entrar a empellones. ¡Hasta cuándo se proponía molestarla con sus necedades!... Estaba en lo mejor de su sueño y venía a interrumpírselo con sus historias disparatadas. «Mira bien, zonzo... Abre los ojos, animal... ¿Dónde está el hombre, idiota?...» Y lo zarandeaba, iracunda, mientras el muchacho abría desmesuradamente sus ojos mirando a todos lados, y especialmente al vacío debajo de la cama, como si sólo allí pudiera ocultarse un intruso.
Palabra del Dia
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