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Un santo ha dicho: Non est pietas, sed impietas, tolerare peccata, y yo disto mucho de ser impío. Todo proviene, sin duda, de que confundes las cosas. Aquí no hablamos de penitencia, de expiación, de castigo de la culpa. Sobre este punto no tengo que decirte yo lo que exigiría de un penitente para absolverle.

Y sobre el contento y la satisfacción de amor propio que por enamorar a tan bella e ilustre dama se prometía, hubo de prometerse también desbancar y humillar a aquel castellano intruso, a quien sin saber porqué, puede ser que por envidia, había cobrado odio desde que le vio por vez primera. Pedro Carvallo, no obstante, distó mucho de conseguir su propósito.

Me acerqué a examinarlos y, aunque disto de ser inteligente en pintura, me parecieron horrendos mamarrachos. Por una de las puertas vi salir a Villa, y me acerqué a él. ¿Al fin pudo usted llegar a la cocina? le pregunté riendo. Al fin. Nada más que un achuchón rápido ahí en el pasillo, ¿sabe usted? Aproveché el momento en que Pepita hablaba con ustedes. Estuve largo rato con Joaquinita.

Disto mucho más que de los encomios exagerados de Víctor Hugo y Emerson, del desdén y de las burlas de Voltaire y su imitador Moratin. Confieso que el análisis que hace Voltaire del Hamlet me ha arrancado varias veces lágrimas de risa: mas no por eso he dado nunca la razón a Voltaire. Ya que lo sublime lo bello, lo grande es lo que se presta a la parodia.

Pues lo mejor es que no tengo sólo macho el entendimiento, sino también la voluntad; y con todo, en el conjunto, disto bastante de ser un macho, como hay tantos por ahí. ¡Vaya si viene Vd. parlanchín y si saca alicantinas! Don Luis se calló: jugó unas cuantas veces, y tuvo tan buena fortuna, que ganó casi siempre. El conde comenzó a cargarse.

Enterado muy por menor el Exmo. Señor Gobernador de las precedentes ocurrencias, y convencido de la nulidad de las ofertas de caciques subalternos, mientras los ulmenes no asistiesen á sus propuestas, procuré atraer á estos por medio de emisarios que se le remitieron por mi conducto, y solo pudo conseguirse la comparecencia de aquel del O, que yo habia tratado en el centro de su gobierno, el cual se presentó con otros caciques sus subalternos ante el Superior Gobierno, quien desde luego en la conferencia que presencié, no distó de asentir á la solicitud del establecimiento de nuevas poblaciones con bastante llaneza.

Trazas tiene de fábula, pero afirman las historias que Ninon cumplió ochenta aquel día. Mucho disto yo de ser tan anciana, pero el 20 de este mes cumpliré los cincuenta. Quiero que al terminar el primer medio siglo de mi vida, la cual no si tema o espere yo que dure todo un siglo, empiecen mis más serios, constantes y últimos amores.

En vista de cuanto va sucediendo y usted relatando, no pocas personas acusan a usted de sobrado pesimista y de que pinta con los más negros colores la inmoralidad y los vicios de la alta sociedad a que pertenece. Lo que es yo disto mucho de ver en usted tan mala intención. Y no entiendo tampoco que sea el resultado malo, aunque la intención sea buena.

Trae Byron, en el Don Juan, una jocosa diatriba contra Platón, echándole la culpa de las pecaminosas relaciones de su héroe con doña Julia. Yo mismo, aunque disto mucho de ir tan lejos como Byron en la malicia anti-platónica, me pasmo y veo con más incredulidad que fe los anchos límites que pone, verbi gracia, el conde Baltasar Castiglione al platonismo puro.

Aunque yo disto infinito de ser profundo, venero la profundidad, si bien me guardo de confundir lo profundo con lo difuso. Y cierto que hoy se peca gravemente en esto, donde los libros valen. Hay, verbigratia, una Historia de Inglaterra, que se toma por modelo. No empieza la narración sino doscientos años ha.