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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Ojeda permaneció silencioso como si no le interesase contradecir a su amigo, y éste continuó: La literatura es la culpable de ese desprecio que muestran por el dinero todos los que son incapaces de conquistarlo. Quiere educar al vulgo, y emplea para ello ideas viejas, patrones que se cortaron hace siglos.

Nada me interesase, ¿no es verdad? Lo que no deja de ser muy extraño. Extrañad todo lo que queráis; podéis decir á don Rodrigo cómo he recibido esta noticia. Y podéis decir más: me retiro del teatro: y tal vez me vuelva al convento. ¡Ah! yo creí que fuese otra la causa dijo Guzmán mirando con insolencia al joven. Sea cual fuese la causa, nada os importa.

Si esperaba para determinada hora un suceso cualquiera que la interesase, visita, entrevista, escena, diversión, desde mediodía o medianoche antes el suceso tomaba en su mente formas de extraordinario relieve y color, desarrollándose con sus cuadros, lugares, perspectivas, personas, figuras, actitudes y lenguaje.

Cada uno cuenta una cosa... Pero lo cierto es que en la estancia han matado á alguien. No pudo continuar hablando la criada, en vista de la poca curiosidad que mostraba su señora. Se había limitado á una exclamación de sorpresa al escuchar las primeras palabras. Luego quedó en silencio, como si no le interesase el relato. Permaneció toda la mañana en su salón, después de haber tomado el desayuno.

Observa Bagehot, por ejemplo, cómo los inmensos beneficios positivos de la navegación no existirían acaso para la humanidad, si en las edades primitivas no hubiera habido soñadores y ociosos seguramente, mal comprendidos de sus contemporáneos a quienes interesase la contemplación de lo que pasaba en las esferas del cielo.

Unicamente para presentaros á ese caballero; pero la culpa la tengo yo, que me intereso por mi padre y por mis parientes, que tan poco se interesan por . Si yo no me interesase por vos, no me importaría que diéseis pasos peligrosos. ¡Pasos peligrosos!... ¡Quien os haya visto acompañada por Quevedo... por ese hombre de tan mala fama! Pero es que nadie me ha visto ni ha podido verme.

«Oh Roma afortunada, estás enrojecida con la sangre preciosa de aquellos mártires (príncipes cristianos). No por tus esplendores, sino por sus méritos (los de ellos), excedes la hermosura de todo el mundo.» ¿No está aquí claramente acusada la contraposición de la Iglesia primitiva, como potencia espiritual, frente al fausto de las potencias temporales y caedizas? Sin duda, debe de ser magnífico, imponente y maravilloso el aparato y circunstancias de contorno con que actualmente se canta este himno en Roma; pero, ¿qué dirían Boecio y su mujer si levantasen la cabeza? No se impaciente usted, que vuelvo en seguida a mi historia; pero estos preámbulos son esenciales. No le hablaré a usted de las diferentes recensiones, refundiciones y manejos que el Breviario padeció a manos de sucesivos pontífices, porque esto, probablemente, no le interesa, y, aun cuando le interesase, aquí estaría fuera de lugar. Sólo quiero decirle que la segunda edición tipo del Breviario fué publicada bajo Clemente VIII, con el concurso y dirección del cardenal Belarmino. Recordará usted, anoche se lo referí, otro Belarmino, zapatero y filósofo, padre de una chiquilla amiga mía, Angustias. Pues bien: yo no podía por menos de ver en el cardenal Belarmino algo así como la paternidad putativa o adoptiva del Breviario. El nombre de Belarmino aparece con frecuencia, y no me era dado eximirme de esta idea caprichosa. Por otra parte, yo me había enterado que Belarmino, el zapatero, no era padre, en la carne, de Angustias, sino padre putativo o adoptivo.

Aquel Martínez estaba á todas horas en Villa-Rosa, muchas veces contra su deseo. La duquesa necesitaba su presencia, y eso que al verle prorrumpía en lágrimas y sollozos. Pero el pobre muchacho, con una sumisión admirativa, la acompañaba en su voluntaria soledad, profundamente agradecido de que tan gran dama se interesase por él.

Palabra del Dia

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