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Actualizado: 3 de junio de 2025


Ganoso de retener a Fernando, dejó que Pérez se marchase en busca del tercer aperitivo de la mañana, y al quedar solos, fue el patriarca el que inició la explicación deseada por Nélida. Ya sabía él que el señor Ojeda había acompañado a la niña gran parte de la noche en el comedor. Le daba las gracias por su amabilidad.

Creía encontrar en la semejanza de nuestros nombres una identidad de destinos. Yo podía ser la Mina de este nuevo Wagner que empezaba a surgir de la obscuridad. Y así se inició lo que no fue nunca amor, sino un gran sacrificio por la gloria... ¡Ay! ¡Cómo nos envenena el arte cuando lo hacemos consejero de nuestra pobre existencia!

Invirtió en ello una parte de su fortuna, dedicando la otra al juego. «Con lo que gane se decía acabaré el castillo.» Y como pensaba ganar sumas fabulosas, inició la reconstrucción en proporciones gigantescas, dirigiéndola él mismo con arreglo á las fantasías arquitectónicas estudiadas en los dibujos de Gustavo Doré. El castillo había quedado á medio construir, y así subsistía muchos años.

Con Arabeseos e Historias breves inició brillantemente su carrera literaria, en la que, a pesar de estar en sus comienzos, ha logrado éxitos de resonancia con I Viceré y con este Espasmo que hoy ofrecemos a los lectores argentinos, y cuya traducción directa del idioma en que fue escrito mereció de nuestra parte especial cuidado.

Hace ya no pocos lustros, durante mi noviciado como pupilo de casa de huéspedes, entablé pronta amistad con otro pensionista, estudiante de medicina, quien primero suscitó mi curiosidad hacia los misterios hipocráticos y luego me inició en ellos. Con él asistí a un parto, en San Carlos. Hay dos espectáculos que el hombre debe presenciar alguna vez: uno es la salida del sol; otro es un parto.

No lo tome usted a broma dijo Ojeda . La literatura entró por mucho en eso. Cuando se inició en América el movimiento de emancipación, Chateaubriand reinaba sobre el mundo y Atala era el libro sublime. «¡Triste Chactas!», cantaban con voz llorosa acompañadas de arpa o de guitarra todas las damas de ambos hemisferios.

Las mujeres que adoran a sus maridos me encantan. Elena soltó una carcajada. Sabe usted decir las cosas de un modo, Núñez, que cualquiera pensaría que habla usted en serio. ¿Tan absurdas encuentra usted mis ideas? Efectivamente Elena las hallaba completamente disparatadas y así lo manifestó sin rodeos. Se inició una discusión viva pero amical entre el pintor y la dama.

Entonces, por curiosidad, por diversión, por aburrimiento, por encontrar en las tenebrosidades del misterio algo desconocido que se resolviese en placer y en dinero, se hizo hombre político. Garibaldi le inició en las logias de Milán, y Prim le introdujo en Inglaterra, en el complot que grandes traidores urdían contra el trono de España...

Es también aventurado asegurar, como han pretendido algunos críticos y aficionados, que en Cataluña y Aragón imperase sólo la influencia flamenca, y en Castilla y Andalucía la italiana: aquélla se inició antes, mas luego la acción de ambas fue casi simultánea, por lo cual en las obras de algunos pintores españoles de entonces se observa que buscaban, por ejemplo, al mismo tiempo el carácter y personalidad de las figuras a semejanza de las escuelas de Colonia y de Brujas, y la impresión de color al modo de las escuelas de Siena y de Florencia.

Pero las mujeres estaban rendidas: no tardaron en hablar de su casa; se inició la retirada por la vieja Cardenala y poco á poco fueron desfilando casi todos. No quedaron en la tienda más que los borrachos empedernidos, el señor Rafael, el maestro carpintero, el Cardenal y otros cuatro ó cinco convidados.

Palabra del Dia

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