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Actualizado: 1 de julio de 2025


Dimana esta aflicción mía del sufrimiento moral que a usted y a su nieto, excelente joven, lleno de merecimientos, han de causarles estas líneas, triste revelación de mis frustrados deseos de servir a usted colmando los suyos. Hablé con Inesita. Hícela una narración de cuanto usted me dijo.

Don Braulio venía muy fatigado, y a las pocas palabras que habló con las mujeres pensaron todos en retirarse a dormir. La primera que salió de la sala fué doña Beatriz. Don Braulio quedó un momento solo con Inesita. Acercóse entonces a ella y le dijo en voz baja: Inés, tengo que cumplir con una comisión que para ti me han dado. Toma esta carta, guárdala y léela con detención y reposo.

Sonámbula y todo, importaba, no obstante, que Inesita por misma se moviese; y para ello doña Beatriz había ya tocado, y aun pensaba tocar, cualquiera otro resorte de su alma menos el de la ambición y la codicia.

Está bien, hermana, ya me lo explico contestó Inesita . Aunque soy bastante boba e ignorante de todo, porque en el pueblo me he pasado la vida cosiendo, jugando a las muñecas, cuidando a nuestro anciano tutor y arreglando el altarito donde estaba San Antonio con el Niño Dios en los brazos, mientras que leías, estudiabas y conversabas, todavía se me alcanza que se mira de distintos modos: por ejemplo, con afecto y con indiferencia.

No hay que afligirse demasiado dijo Montiño , nacemos para morir y mi hermano era viejo. ¿Y durará mucho tu ausencia, Francisco? dijo Luisa. Mañana, á más tardar, estaré de vuelta. Saca mi loba de camino, Inesita; y mis botas, yo voy por mis pedreñales, siempre es bueno ir bien preparado. Y Montiño abrió una puerta con una llave que sacó de su bolsillo, y entró y cerró.

Todo se arregla, deudas, hipotecas, pagarés, todo: lo que no tiene arreglo posible es un matrimonio sin amor, a disgusto. Y mucho menos aún queriendo a otro. ¡Esto es horrible!... Inesita volvió a arrojarse en mis brazos, llorando a lágrima viva. ¿Cómo? ¿qué dices? ¿quieres a otro? ¡Con toda mi alma!... ¿Le conozco yo? . Es pariente cercano de usted; le ve usted todos los días...

Doña Beatriz e Inesita, huérfanas de padre y madre desde la niñez, habían estado bajo la tutela y criadas en casa del cura del pueblo. No eran enteramente pobres. Tenían algunas finquillas, que venían a producir, bien administradas, unos 4.000 reales de renta para cada una.

Mírate en aquel espejo y doña Beatriz señalaba uno que estaba colgado enfrente, adornando la sala ; sería menester ser un estúpido para no comprender quién eres ; para pensar mal de ti al ver esa cara. Doña Beatriz dió en ella a su hermana una docena de sonoros besos, alzándose de su asiento y abrazándola. ¡Qué buena y qué loca eres! dijo Inesita.

Inesita saltó de la cama llena de sobresalto. Se puso una bata, sin atender a más cuidado, por la precipitación, y corrió al saloncito, donde Beatriz se hallaba. ¿Qué tienes, hermana? ¿Por qué lloras? preguntó Inesita con mucho cariño apenas entró en el saloncito y vió a Beatriz tan afligida.

Que por mi culpa Braulio está celoso y se ha ido de casa y puede que no vuelva más. ¿Y de quién tiene celos? Tiene celos del Conde de Alhedín. ¡Vaya un desatino! dijo Inesita . Pues qué, ¿no ve claro que el Conde no tiene por ti mas que mera amistad?

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