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Actualizado: 1 de julio de 2025


Pues señor dijo para el cocinero mayor, deteniéndose de repente , ello es preciso. Y luego dijo alto: ¡Luisa! ¿Qué quieres? contestó la joven. Tengo que hablarte á solas de un asunto muy importante. Púsose levemente pálida Luisa. Vete Inés, hija mía dijo á la niña. Inesita se levantó, miró con cuidado á su padre, y dijo para saliendo: Me quedaré tras de la puerta, y escucharé lo que hablen.

Hermana replicó Inesita con la mayor sencillez y naturalidad , no trates de lisonjear mi amor propio. No te creo. En todo caso fuiste , y no yo, quien flechó al Condesito: aunque, dejándonos de bromas, lo que debemos creer es que ni ni yo le flechamos. Excitamos su curiosidad por lo mismo que nadie nos conoce. Como es un vago, quiso seguirnos para pasar el tiempo.

¿Cómo, pues, escribir a Inesita? Esto era más difícil que escribir a doña Beatriz. No incurramos aquí en la necia hipocresía de suponer, cuando se escribe una historia, que la sociedad tiene una moral muy superior a la que realmente tiene. Digamos las cosas como son. Es singular, es poco lógico, es absurdo, pero ocurre lo siguiente.

A ésta, como a casi todas las señoras de alto fuste y suprema elegancia, no le gustaba el trato con las mujeres sino en raros casos. Tanto más de agradecer y de estimar, por consiguiente, la extraña excepción que había hecho de Beatriz y de Inesita.

No, hermana, ya es tiempo de declarártelo todo . Aquí, Inesita, a pesar de su serenidad, que varias veces hemos calificado de olímpica, se puso roja como la grana . Ya es tiempo de declarártelo todo repitió ; el Conde tiene relaciones conmigo. Estas palabras cayeron y estallaron como una bomba dentro del corazón de Beatriz.

Pero yo he oído decir que los libertinos persiguen más a las casadas que a las solteras prosiguió Inesita con la terrible franqueza de su inocencia casi infantil. No es regla general. Voy, sin embargo, a conceder que lo es. Todavía afirmo que no hay regla sin excepción, y que en este caso el Conde ha perseguido a la soltera. ¿Y por qué lo afirmas? Porque lo he visto.

Doña Beatriz presentó a su marido a la Condesa, y la Condesa presentó a los caballeros que formaban el corro, primero a doña Beatriz y después a Inesita y a don Braulio. De esta suerte los tres se vieron lanzados en el gran mundo en un periquete, en un abrir y cerrar de ojos. No estaba allí el Conde de San Teódulo ni había más señora que la Condesa.

Beatriz dijo que como tenía, a pesar de todo, cierta pena por la partida de su marido, no quería ir a la tertulia aquella noche; pero Inesita la animó, sostuvo que no había razón para no hacer lo que todas las otras noches, y al cabo logró de su hermana que fuese como de ordinario.

Algo le pareció que convenía ya, cuando no desatar la venda, aflojarla un poquito. Era tiempo de iniciar a Inesita en los más sencillos misterios de este pícaro mundo. Movida por este pensamiento, añadió doña Beatriz: , hija mía, hay diversos estilos de mirar.

Mi alegría no tiene límites: «¡Inesita de mi vida, angelito, hermana mía, no sabes lo feliz que me haces! Con Jorge, con Jorgito, contigo, con Raúl... ¡todos juntos! ¡qué lástima que la vida no sea eterna! ¡Nuestra dicha no va a caber en el mundo: va a necesitar todos los espacios del cielo!...» Abro el piano y toco una marcha nupcial.

Palabra del Dia

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