Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 1 de julio de 2025
»Esta es mi horrible situación. A nadie, ni a ti mismo, debiera confiarla; pero necesito depositar en alguien mi secreto dolor. Ven por aquí a consolarme. Ven también por Inesita. Acaso te ame. Es buena y cariñosa como Beatriz, y no tiene ambición como Beatriz. Además, tú eres joven y buen mozo... ¡Qué desatino hice en casarme!
Es necesario dominar los nervios y ordenar las ideas. Seguramente viene a hablarme de la pretensión de su nieto, Carlitos Nuezvana, el rey de los cipreses, respecto a Inesita, mi querida protegida, mi futura hermana. Quizá me proponga que la ayude a concertar el matrimonio. ¡Pobre señora! No sabe lo que ocurre. Confieso que la entrevista me resulta un poco imponente. No es para menos.
»Inesita parece, y yo creo que es, candorosa, buena, franca, todo lo que tú te imaginas; pero no deja descubrir no ya si te quiere o no, sino si tu carta la ha lisonjeado o no la ha lisonjeado. Eso sí: ella se ha mostrado muy agradecida al cariño y confianza que te infunde. De cuanto me ha dicho infiero además otra cosa muy importante.
¿Mi cuñado?... ¿Raúl? Por toda respuesta, la muchacha me echó los brazos al cuello. No se agarran los náufragos a su leño con mayor firmeza. ¿Pero él?... También él... Pero... vamos por partes... ¿se te ha declarado? Casi. Con «casi» no hacemos nada... ¡claridad! ¡claridad!... Bueno... sí... se me ha declarado. Y tú, ¿qué le has respondido? Inesita casi me ahoga entre sus brazos: «¡¡Que sí!!...»
Después, desde la casa de la Condesa a la de don Braulio había pocos pasos que andar. Allanadas así las dificultades, hubiera sido una grosería no aceptar el convite. Don Braulio aceptó, pues, y en compañía de su mujer y de Inesita, los cuatro en el mismo landó abierto, fué aquella noche a la tertulia íntima y diaria de la Condesa de San Teódulo.
Yo me he callado dijo Luisa... y tú te alborotas, yo tengo evidencias y sufro... y me resigno... ¡Qué desgraciada soy! Yo no quiero ir á un convento, padre exclamó Inesita entrándose de repente y colgándose al cuello de Montiño. Yo me moriré si me encuentro en este trance cruel lejos de mi esposo y señor... Yo no puedo vivir sino al lado de mi buen padre.
Sentados todos de nuevo en el corro, el poeta favorito de la Condesa, a quien llamaremos Arturo, dió conversación a Inesita, sin que dejasen de hablar también con ella otros galanes. Don Braulio, si bien sobresaltado ya y receloso de empezar a hacerse célebre por su mujer, habló con los señores más serios y machuchos.
Importa declarar, en honor de doña Beatriz, que al trazar en su imaginación el proceso ascendente de uno y otro plan de ventura, ora valiéndose de don Braulio, ora de Inesita, jamás se le ocurría poner en la composición de su cuadro el menor toque pecaminoso. Nada de fullerías. Doña Beatriz quería jugar limpio.
Sí, Inesita está ya alta y hermosa, y mi sobrino... Es su primo. No, no; no estaría bien. Es necesario que Inés salga de casa replicó Montiño. ¿Y á dónde ha de ir esa pobre niña? ¿Dónde? A un convento. ¡A un convento! ¡Pero si ella no tiene vocación de monja! A un convento mientras esté aquí su primo. De modo que si lo haces porque Inés es joven, yo soy también joven, pocos años mayor que ella.
Durante la comida apareció alegre y hasta más hablador que de costumbre. En un momento en que doña Beatriz dejó solo a don Braulio con Inesita, don Braulio dijo a ésta que cuando él volviese del lugar le traería a Paco a vistas, y que esperaba que se habían de gustar y se habían de casar a escape.
Palabra del Dia
Otros Mirando