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Actualizado: 4 de junio de 2025
Al salir de Bailén supimos la derrota de los paisanos y soldados de regimientos provinciales en el puente de Alcolea, y en Alcaudete nos dieron otra terrible noticia, referente a la entrada de los franceses en Córdoba y al saqueo de aquella hermosa ciudad. Esto y el encuentro de algunos dispersos de la partida de Echevarri nos inclinó a tomar el camino de
Bebí un gran vaso de un vino rubio, claro, que cayó gorgoteando dentro de mi estómago vacío. «De esta manera no voy a llegar nunca al grado de ternura que quiero», me dije, buscando inútilmente el Jerez con los ojos. Entonces me sacudí: Come, pues, alguna cosa le dije. Y me sentí en la gloria por haber pronunciado esa frase. Ella se inclinó y se introdujo la cuchara en la boca...
Los dos barcos estaban á cincuenta metros el uno del otro y entre ellos los nadadores, tan próximos á ser presos por sus verdugos como recogidos por sus salvadores. ¡Alto! rugió de nuevo el vigilante, ú os echo á pique. ¡Pasad por encima! exclamó Marenval, que se inclinó en la proa, como para dar más autoridad á su orden. ¡Gahead! gritó el timonel.
La vio mucho tiempo, y cuando las copas de los árboles sumergidos le ocultaron el balcón, inclinó la cabeza, entregándose al silencioso placer de saborear la dulzura que aún sentía en sus labios. Las elecciones pusieron en movimiento a todo el distrito.
Paciencia no le faltaba al pobre hombre, que en aquella situación inclinó con ardor su espíritu hacia la contemplación religiosa, y se pasaba parte de las solitarias horas rezando.
Así, podía sin dificultad interpretarse el primer movimiento de Magdalena como un impulso de celos revelado también por la involuntaria mirada en que envolvió a la vez a su hermosa prima y a su desesperado novio que iba a dejar al lado de ella. Su padre, para quien nada pasaba inadvertido, se inclinó y le dijo en voz muy baja: Tú misma la has llamado; no ha hecho más que obedecerte.
Después que hubo colocado los efectos sobre la mesa de noche y esparcido la pomada sobre las hilas con un cuchillo, la joven esposa dijo suavemente: Vamos. Gonzalo se incorporó, y desabrochando la camisa expuso al aire su pecho de hércules de circo, a cuyo costado derecho estaba adherida una cantárida. La joven se inclinó para levantar el parche.
Entonces el ministro-duque se volvió con afectación á la puerta por donde había entrado la voz que pidió permiso, y dijo con cierta hueca benevolencia: Entrad, Montiño, entrad. Entró el cocinero mayor del rey, se inclinó profundamente tres veces, y luego, haciendo una mueca que parecía una sonrisa, dijo: ¿Quedó vuecencia contento del banquete de ayer, señor?
No basta eso prosiguió la niña riendo . Antes me besabas en la cara siempre que me encontrabas o te despedías... ¿Por qué has dejado de hacerlo? ¿Me tienes miedo?... Yo no soy una mujer..., soy una niña todavía... Hasta que me ponga de largo tienes derecho a besarme... Después ya será otra cosa... Anda, dame un beso en la frente... El joven se inclinó y le dio un beso en la frente.
Se indica un medio para adelantar en la filosofía de la historia. Preciso es leer las historias, y á falta de otras, debe uno atenerse á las que existen; sin embargo yo me inclino á que este estudio no basta para aprender la filosofía de la historia. Hay otro mas á propósito, y que hecho con discernimiento, es de un efecto seguro: el estudio inmediato de los monumentos de la época.
Palabra del Dia
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