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Actualizado: 4 de junio de 2025


28 Entonces Ahimaas dijo en alta voz al rey: Paz. Y se inclinó a tierra delante del rey, y dijo: Bendito [sea] el SE

A unos daba ánimo el deseo de venganza insaciable á otros la necesidad última de su propia defensa, y en todos gobernaba el caso porque los Masagetas estaban ya todos fuera de sus reparos, peleando trabados y confusos con los nuestros. Hasta mediodia anduvo la victoria dudosa, y vária pero muerto Gregorio cabe sus banderas con los mas valientes Capitanes, se inclinó á nuestra parte.

De pronto, levantándose, Adriana se inclinó sobre su amiga en un arranque de piedad, y la cubrió de besos hablándola al oído. Un solo favor te pido, Laurita querida... y ya nunca te preguntaré nada... ¿Todavía lo quieres a José Luis? Y tenía un temor desesperado de que ella le respondiera que no.

En seguida, buscad un hombre bravo y de puños, que tenga conocimiento con algunos como él, y avisadme cuando le tuviéreis. Muy bien, señora. Idos, pedid las llaves de esa casa y buscad en seguida, con ellas, á Pelegrín Santos. Rivera se inclinó y salió.

Pasé, sin embargo, golpeando con mis pies el suelo cavernoso y ocultando el pavor que me invadía; pero detrás de un gigante inmenso, formado de vapor, surgió inmediatamente: se inclinó para cogerme y el murmullo del abismo resonó en mi oído durante largo rato como risa de odio ó de triunfo.

Madre Ignacia dijo doña Catalina , no me hagáis visita; de seguro estáis haciendo falta fuera. En verdad, señora, que ese torno no para en todo el día; pero no importa: allí he dejado á sor Asunción. Id, id, y por no faltéis á vuestra obligación, ni molestéis á nadie. Tengo además mucho en qué pensar, y no me pesaría estar sola. La tornera se inclinó profundamente y salió.

6 y dijo a Moisés: Yo tu suegro Jetro vengo a ti, con tu mujer, y sus dos hijos con ella. 7 Y Moisés salió a recibir a su suegro, y se inclinó, y lo besó; y se preguntaron el uno al otro por la paz, y vinieron a la tienda.

Aquello no podía continuar: Carmen debía retirarse. Aún no se había hecho al herido mas que la primera cura, y quedaba mucho trabajo para los médicos. La esposa acabó por salir de la habitación, empujada por los amigos de la casa. El herido hizo una seña con los ojos al Nacional, y éste se inclinó, esforzándose por comprender su ligero susurro.

Y metiendo en la mano del niño la moneda de cobre y entre sus labios la botella destapada y terciada aún de vino, la inclinó, la mantuvo así hasta que todo el licor pasó al estómago de Perucho.

Maltrana, como si resumiese en su persona a toda la comisión, se inclinó con el aire bondadoso de un buen príncipe. ¡Ya que el honorable Senado lo reclamaba con tanta insistencia!... Pidió una tiza el primer oficial, y con la rapidez de una larga costumbre, dibujó en el suelo el contorno de un cerdo panzudo.

Palabra del Dia

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