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Actualizado: 20 de mayo de 2025


Con razon esclama un inspirado poeta al contemplar su grandeza: Empieza una nueva luna; ¡oh que por la gracia de Dios imperas, dime quién es capaz de sobrepujar tu gloria ! Verdaderamente se inaugura tambien para el arte una nueva era de progreso y esplendor bajo la proteccion de este Augusto de los califas: la arquitectura arábigo-bizantina llega por su impulso al cenit en su atrevida carrera: la elegante y rica ornamentacion neo-griega acaba de cubrir los garbosos lineamientos latino-pérsicos, á la razonada distribucion del ornato se agrega la magnificencia y gala de los colores y esmaltes, de los estucos y mosáicos, de los nuevos procedimientos introducidos en Córdoba por los artistas de Constantinopla, que con habilidad mágica convierten la dura pasta del vidrio y de los metales en deslumbrador brocado de oro y terciopelo . Llegó ya la época de cultura y grandeza que habian soñado Abde-r-rahman II y Al-hakem I, y que ellos á pesar de su ardiente anhelo no habian podido disfrutar por no consentírselo las indómitas razas cristianas.

Y con su suave acento y sus modestos meneos disimulaba y contenía el impulso feroz que hace a la gata rabiosa tirarse a los ojos del contrario; diose al fin Currita por satisfecha y marchóse, dejando a su parecer a la dama duende confundida y humillada.

¡Admirable poder el de la fe! Es bajo su impulso y por ella que el hombre es susceptible de hacer los mas prodigiosos esfuerzos y los mas sublimes sacrificios. Si la fe obra de distinta manera sobre el espíritu y el corazon, no por eso deja de ser el talisman universal.

Se deleitaba en la contemplación de la mujer como la fría estatua de una fuente parece recrearse entre las ondas que la ciñen. Placer, peligro, dicha y dolor, todo lo tenía a su lado; y él, como invadido el espíritu por sólo un impulso, no sentía más que la admiración de la belleza en lo que tiene de ideal, sin que nunca llegaran los deseos a hostigarle con su aliento de fuego.

El primer impulso de Pierrepont fue ir a contar en caliente a la baronesa la instructiva conversación que acababa de sorprender, entre la que aquélla llamaba su joya predilecta y la digna institutriz de tal encanto; pero, después de haber reflexionado un poco, prefirió aplazar la modificación, reservándola como un argumento dilatorio para el día en que la señora de Montauron lo empujase de nuevo a resolverse en definitiva.

Celín, obediente á su madre, prométela cumplir sus mandatos; pero, al encontrarse frente á frente de su padre, se le cae la espada de las manos, y siguiendo un impulso interior, que lo domina, se precipita á los pies del mismo, á quien intentaba arrancar la vida. Reconócense después padre é hijo, y éste resuelve vivir entre los cristianos y profesar la religión de su padre.

También le llegó su vez al huerto de la casona, como me había aconsejado Neluco y lo hubiera hecho yo sin su consejo por espontáneo impulso de las inclinaciones que iban apoderándose de , de día en día, de hora en hora.

Defraudada en este impulso de su naturaleza y no sabiendo fingir, pronto empezó a mostrar a Núñez un claro desvío. Cuando habían llegado de Alemania, a fines de octubre, estaba harta ya de aquel hombre. Si no rompió con él abiertamente fue por miedo no tanto hacia él como hacia la camarilla que le rodeaba.

Se estremeció, tuvo un terror vago; acudió de repente a su memoria aquella tarde de la lectura de San Agustín en la glorieta de su huerto, en Loreto, cuando era niña, y creyó oír voces sobrenaturales que estallaban en su cerebro; ahora no tenía la cándida fe de entonces. «Era una casualidad, pura casualidad la presencia de aquel libro místico coincidiendo con los pensamientos de abandono que la entristecían, y despertando ideas de piedad, con fuerte impulso, con calor del alma, serias, profundas, no impuestas, sino como reveladas y acogidas al punto con abrazos del deseo.... Pero no importaba, fuera o no aviso del cielo, ella tomaba la lección, aprovechaba la coincidencia, entendía el sentido profundo del azar. ¿No se quejaba de que estaba sola, no había caído como desvanecida por la idea del abandono?... Pues allí estaban aquellas letras doradas: Obras de Santa Teresa.

; llegará un dia, que acaso en el reloj del tiempo suena, en que la fuerte mano del hombre llegue en á posarse ardiente, y entónces, á su impulso soberano, una existencia en quizás aliente. Entónces, ya con vida, tal vez tu masa para el mundo sea muro de una prision aborrecida, humilde signo de potente idea.

Palabra del Dia

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