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Actualizado: 20 de octubre de 2025
Cuanto más horroroso le parecía el pecado de pensar en don Álvaro, más placer encontraba en él. Ya no dudaba que aquel hombre representaba para ella la perdición, pero tampoco que estaba enamorada de él cuanto en ella había de mundano, carnal, frágil y perecedero.
En el siglo pasado, fué la isla de Rota testigo de una grandísima calamidad, que sumió á todos los habitantes en una profunda consternación. En los libros canónicos de la isla de Rota y garantida por la firma de un virtuoso recoleto, se registra un acta en que se consigna que sobre la isla se desarrolló un horroroso fenómeno marítimo.
Es un milagro que podamos daros estos cuantos panes y estas onzas de chocolate crudo nos dijo D. Paco al ofrecernos aquellos artículos . Los franceses no han dejado nada. ¡Qué horroroso saqueo! Y gracias que quedamos con vida. ¡Ay!, la Sra. Condesa salió a recibirlos con una serenidad que me espantó.
Y ya sabe Vuestra Reverencia que soy un sepulcro replicó Cordero levantándose . Muchas felicidades y pocos sustos. Despidiose y fue a ver a Genara, esperando hallar en su casa las noticias que no pudo o no quiso darle Gracián. La dama estaba preparando sus maletas para huir de Madrid y de la epidemia que empezaba a difundir horroroso pánico en los habitantes de la Villa.
Considere usted que la amaba un ciego y que ese ciego ya no lo es, y la ha visto... ¡la ha visto!... ¡la ha visto!, lo cual es como un asesinato. ¡Oh!, ¡qué horroroso misterio.
Aún esperaba él el remedio de tantos males: que manase de nuevo con abundancia el represado manantial americano; que se regenerasen los pueblos del Nuevo Mundo, y que su comprimida superior cultura retoñase y apareciese espléndida antes de que desapareciese la civilización europea en medio de las convulsiones de un horroroso cataclismo.
«Mas sucedió escribe don José María Montero de Espinosa en su Relación histórica de la judería de Sevilla que la víspera del día en que se había de ejecutar este espantoso y horroroso castigo venían á esta ciudad los malvados delatores con objeto de ver la dicha escena y á holgarse de su indigna venganza, y en una de las posadas de Alcalá de Guadaira estaban todos en un cuarto hablando del caso, y del auto que venían á presenciar, y unos con otros decían: Mañana veremos arder aquel pícaro y le oiremos crujir los huesos y además proferían otras expresiones semejantes con las cuales se jactaban y regocijaban de sus pérfidos sentimientos, y daban á entender claramente habían sido ellos los autores de aquel horrendo castigo, cuya conversación fué oida de otros pasajeros que la casualidad hizo estar en el cuarto inmediato, los que sospecharon la mucha malicia que el asunto contenía y tomando cautelosamente las señas, nombre, casa y posada donde se dirigían, vinieron aceleradamente y dieron cuenta al tribunal.»
De aquí salió y anduvo todas las calles de la Reducción, y con ahullidos y bramidos como de fiera, aterrorizó sobremanera á toda la gente. El día siguiente se apareció á una hermana suya y á otros, con semblante horroroso, queriendo Dios que hubiese muchos testigos del caso, porque quien necesitase del temor para vivir bien, no pudiese negar el hecho para no temer.
Al punto experimenté cierta alegría viendo a una persona conocida que había salido ilesa del horroroso luchar; un instante después el odio antiguo que aquel sujeto me inspiraba se despertó en mi pecho como dolor adormecido que vuelve a mortificarnos tras un periodo de alivio.
Después, al esparcirse la luz del alba, se levantaron todos, menos el padre, que seguía en su plácido sueño. Al asomarse las mujeres al porche, dominadas por los más lúgubres pensamientos, esperaban presenciar un cuadro horroroso: la torre destruida y colgando sobre sus ruinas el cadáver del señor.
Palabra del Dia
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