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El caso es que no tardó en dormirse. Cuando se despertó, el dolor había desaparecido casi por completo; sólo el lado derecho de la mandíbula parecía ligeramente hinchado; tan ligeramente, que apenas se notaba. Al menos, así lo aseguraba su mujer. Ben-Tovit, escuchándola, sonreía maliciosamente; bien sabía que a su mujer, por su bondad de corazón, le gustaba decir cosas agradables.

Entre las barracas corría un arroyo de aguas sucias que se desbordaban al chocar con un perro muerto e hinchado, y en distintos sitios se veían grandes montones de trapo, ferretería de desecho, rejas desbaratadas, llantas de carros, pilas de ventanas sin vidrios y huesos de animales. La más asquerosa de aquellas viviendas era la del Guarro y la Mona. Para entrar tuvieron que agacharse.

Había alcanzado a ver en su niñez al primer Dupont, fundador del establecimiento. El segundo le había tratado como a compañero, y al actual jefe, a Dupont el joven, lo había tenido en sus brazos, uniéndose al tuteo de la confianza paternal el miedo que le inspiraba don Pablo con su carácter imperioso de dueño a estilo antiguo. Era un viejo que parecía hinchado por el ambiente de la bodega.

Pero se dirigió a su casa, y en la puerta le recibió la Loca con cabriolas de gozo, olisqueando el hinchado pañuelo, que se estremecía con palpitaciones de vida. Toma, perdida dijo jadeante por el calor y el cansancio de la carrera ; aquí tienes tus granujas. Por esta vez pase, te lo perdono, porque eres un animal y no sabes cómo las gasta Pepe el carretero. Pero otra vez... ¡hum!... a la otra...

De esa fecha para atrás, el limbo... Con decir que hasta el yacht me impone condiciones para hacerse querer de ... ¿Se ha visto otra? Pues así es. O con ella a bordo, o que nones. Y en estos remilgos, seis días de holgueta el muy tunante... Pero por esto no paso, porque sería ya de lo inaudito... Hoy se me han hinchado las narices, y te voy a dar tres tazas, por lo mismo que no quieres caldo...»

En aquella plaza larga, ligeramente arqueada y estrecha en sus extremos, como un intestino hinchado, amontonábanse las nubes de alimentos que habían de desparramarse como nutritiva lluvia sobre las mesas, satisfaciendo la gigantesca gula de la Navidad, fiesta gastronómica, que es como el estómago del año. Doña Manuela permaneció inmóvil algunos minutos en la bocacalle.

Entretanto, los Esteven subían, subían y subían, como globo hinchado por el gas, y hoy era una casa en tal parte, y mañana dos y luego tres, coche, palco, caballos y mucho ruido y mucha bambolla. ¿De dónde salían estas misas? ¿Era de los negocitos del marido, de los picholeos equívocos, de la jugarreta de Bolsa? A otro, que no cuela.

Había pasado media hora, y los cuatro perros de edad, agrupados a la luz de la luna, el hocico extendido e hinchado de lamentos bien alimentados y acariciados por el dueño que iban a perder continuaban llorando su doméstica miseria. A la mañana siguiente míster Jones fué él mismo a buscar las mulas y las unció a la carpidora, trabajando hasta las nueve. No estaba satisfecho, sin embargo.

Con presentarse muy hinchado y grave al lado de Lerma en las audiencias, piensa que ya tiene hecho todo lo que tiene que hacer para ser rey... pero á don Felipe III no se le conocen galanteos... tan devoto... tan asustadizo... buena fortuna sería, y estaríame yo sin venir á verte á tu casa, que ya nos veríamos fuera de ella, aunque fuese de año á año... ¡pero vamos! ¡es imposible!

Estábamos dispuestos a hacer un esfuerzo supremo, cuando, con un enorme estupor, vimos la goleta de Machín, que venía, saliendo de las puntas, con el foque hinchado, como un cisne fantástico, rasando el agua. Todos nos quedamos atónitos. El pailebot salió de las puntas y dió una larga vuelta, con una rapidez inaudita. Llevaba dos pasajeros: Machín y su criado.