Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 11 de junio de 2025


Pues, si descendemos, si pretendes que me trate con la mujer del escribiente, del portero o del empleadillo, ¿de dónde infieres que he de hallar en ellas toda la severidad de Lucrecia? ¿Está acaso vinculada la virtud en la gente humilde? ¿Es la honestidad privilegio exclusivo de las hembras menesterosas?

Esta laboriosidad por mantener al macho y las novelas que circulaban sobre su alto origen atraían con curioseo irresistible a las hembras de las Cambroneras. La primera en introducirse en la casa fue la Teodora, la vieja de mayor prestigio del barrio: un dechado de sabiduría, respetada hasta por los hombres.

Si usted pudiese hablar con las muchachas que frecuentan nuestros establecimientos de enseñanza, se convencería de que no tienen la menor sospecha de cómo fué el mundo antes de la Verdadera Revolución. Creen que las hembras han gobernado siempre y que los varones forman un sexo débil y tímido, necesitado de que lo protejan.

El drama no había de durar más de catorce o quince minutos, la acción había de ser tan tremenda como rápida, y, salvo los comparsas y personajes mudos, sólo habían de figurar en él seis interlocutores, tres varones y tres hembras, todos los cuales habían de morir de desastrada y violenta muerte en la misma escena.

Era Doña Francisca una señora excelente, ejemplar, de noble origen, devota y temerosa de Dios, como todas las hembras de aquel tiempo; caritativa y discreta, pero con el más arisco y endemoniado genio que he conocido en mi vida.

El buen Pep, ceñudo, con una palidez verdosa en su tez obscura, manejaba al herido al mismo tiempo que daba órdenes. «¡Hilas! ¡muchas hilas!... ¡Silencio las hembras! ¿A qué tantos gritos y lamentos?...» Lo que debía hacer su mujer era ir en busca de cierto pucherete que contenía un ungüento maravilloso guardado a prevención desde los tiempos de su valeroso padre, un verro temible habituado a las heridas.

Iban en grupos, con la cabeza descubierta; los hombres, empuñando grandes garrotes, y llevando al pecho el escapulario de la Virgen de Begoña; las mujeres escoltaban á los curas, mirando á la muchedumbre con sus ojos de hembras duras y fanáticas. Cesaron los disparos al entrar la procesión en la plaza.

No hay poder más absoluto en la tierra: ni el del Gran Turco, que en cierto modo es responsable, por el miedo a las revoluciones del serrallo. Aquí, en el serrallo de la Iglesia, todos somos menos que hembras. Y si surge un cura que, cansado de persecuciones, siente renacer el hombre dentro de la sotana y le larga una puñalada a su tirano, lo declaran loco. ¡El colmo de la hipocresía!

Novoa, animado por su reciente confianza con unos hombres tan distintos á los que había tratado hasta entonces, aceptó el título con aplauso. Yo confieso, señores, que, según la distinción hecha por el príncipe, no he conocido jamás á una mujer. ¡Pobres hembras... y pocas! Pero me gusta el título, y acepto ser uno de «los enemigos de la mujer», aunque la tal mujer no se pondrá nunca ante mi paso.

Ella era la culpable de todo, ella la que iba á tener el buque encantado en este puerto, quién sabe hasta cuándo, con su poder irresistible de bruja. ¡Ah, las hembras!... El diablo va como un perro faldero detrás de sus enaguas... Son la podredumbre de nuestra vida.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando