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Actualizado: 4 de junio de 2025
Piense usted que se trata para él de ser ó de no ser, como dice muy bien sir Enrique Irving. Si triunfa, tiene los millones de Julio Harvey, sin contar el gusto de haberse burlado de nosotros. Si fracasa... ¡Ah! amigos míos, entonces será peligroso. El tigre acorralado, seguro de su pérdida, querrá hacer algunas víctimas... ¡Cuidado con él en ese momento!
Harvey y Tragomer se aproximaron á miss Maud, y en el momento en que Mac-Kinley empezaba á decir: Fellow citizens of the senate..., el ganadero, señalando á su hija el joven, dijo: Te presento al vizconde de Tragomer, un amigo de tu futuro marido... Miss Harvey, mi hija. La delgada fisonomía de la americana se esclareció con una sonrisa.
Con muchísimo gusto, á menos que M. Harvey no desee hacer él mismo esa pequeña ceremonia... Como navegante le debe á usted toda clase de deferencias... Sí, por cierto, dijo flemáticamente el americano. Creo, señor de Tragomer, que á mi hija le gustará conocer á usted...
Jacobo no demostraba el ardor y la fuerza de la juventud sino para remar y montar á caballo con los hijos de Harvey, y aun éstos tenían que rogárselo vivamente así ellos como la señora de Freneuse, inquieta por las tendencias místicas de su hijo y deseosa de verle volver á los gustos de la vida normal. Con este mismo fin la madre de Jacobo favorecía la intimidad de su hijo con miss Maud.
Si con una palabra hubiera podido aniquilar el hotel Harvey y todos los que en él estaban, la afrenta que acababa de sufrir hubiera sido terriblemente vengada. Sorege anduvo calles y calles rumiando sus reveses y su cólera. De pronto se detuvo; se encontraba detrás de Withe-Hall y se puso á pasear delante del palacio pensando profundamente.
Pero ¿cómo concilia usted los proyectos matrimoniales de ese mozo y sus relaciones can Jenny Hawkins? No los concilio; pongo en presencia los hechos para estudiarlos. Unas relaciones con Jenny Hawkins no excluyen un proyecto de boda con Miss Harvey; al contrario. Si la querida ambiciona el dinero, debe animar á Sorege á casarse con una mujer rica.
Pero yo me juzgo más severamente que usted y sé cuántas manchas contiene todavía ese corazón que usted cree purificado. Mido mejor que nadie la profundidad de mi caída y no creo que un ángel como usted pueda levantarme tan fácilmente. No me siento digno de usted, mis Harvey, y lo confieso con una humildad muy meritoria, llorando de agradecimiento por su bondad.
Apenas un movimiento un poco rápido del pecho y un ligero temblor de sus hermosos ojos indicaban la angustia que la torturaba. Estaba en apariencia tan tranquila como la más indiferente de las invitadas de Harvey. Tragomer eligió aquel momento para levantarse y saludar á la cantante. Jenny le vió aproximarse y un escalofrío recorrió sus carnes satinadas, pero no volvió siquiera la cabeza.
Veo que sigue usted siendo un verdadero salvaje. Á esta insolencia filial, Harvey respondió con sonrisa indulgente: Es posible. Yo mismo lo creo. Me casaré, entonces, puesto que eso simplificará la vida para usted y para mí. ¿Y con quién, querida mía? ¿Con un europeo ó con un americano? Con un europeo y, probablemente, con un francés. Para gente ordinaria tengo bastante con mis hermanos.
Miss Harvey ofreció la mano con entusiasmo á Marenval y con una vibración en la voz que conmovió á Cipriano hasta el fondo del corazón, añadió: No pensé que usted se convertiría en un héroe; pero los franceses son capaces de todo... ¿Y usted, qué hacía en ese momento, señor de Tragomer?
Palabra del Dia
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