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Actualizado: 1 de junio de 2025


Clementina no había prestado nunca atención al desagradable pensamiento de que si ella era heredera de su primo Fortunato, también éste debía heredarla, en su caso. En un momento, esa perspectiva abierta por Bobard la sublevó. ¡Cómo! ¡Algo de lo suyo podría ir á su enemigo! ¡Podría éste jactarse de haberse desembarazado de su odio al mismo tiempo que se apoderaba de su herencia! ¡Tendría la alegría salvaje de verla descender á la tumba de familia y de gozar después no sólo de la fortuna del tío Guichard, sino de la suya propia! ¡Nunca! Sus cabellos se erizaron de horror, y exclamó: ¡Ah! ¿

De repente, el buen hombre lanzó un grito, levantó los brazos al aire y dejando caer de golpe el rastrillo, dijo con voz alterada: ¡Ah Dios mío! ¡Acaban de atropellar á un hombre!... La señorita Guichard y el jardinero llegaron al mismo tiempo á la puerta del jardín.

Hubiera ido á casa de la señorita Guichard, que le hubiera hablado mal de ; él no la hubiera creído, hubiera salido de allí con indignación y asunto terminado; mientras que ahora le voy á meter en pleno drama y á excitar su imaginación: ¡quién sabe si hará alguna tontería!"

Muy moreno, la barba en punta, el cabello cortado coronando una hermosa frente, viva la mirada, Mauricio había cogido la mano de Herminia y la hablaba con animación. ¿Qué decía? La señorita Guichard no podía oírlo. Pero la joven movía la cabeza con aire de duda y una cierta inquietud. Dió algunos pasos por la escalinata y lentamente, seguida por Mauricio, descendió al jardín.

Cree que soy toda tuya." Ardía en deseos de añadir: "Te abrazo y te amo," pero no se atrevió. Firmó con letra un poco alterada, porque el corazón le latía y le parecía que arriesgaba su vida en este momento. La señorita Guichard cerró el sobre y dijo: misma darás la carta para que la pongan en el correo al ir á esperar á Bobart. ¿El señor Bobart llega?

Salgamos de este mal paso lo más correctamente que sea posible." Al llegar Mauricio á la verja, se abrió el postigo y la señorita Guichard, muy amable, dijo: Entre usted. Le encuentro con mejor salud que la primera vez, por lo que me felicito. Y yo se lo agradezco á usted, porque á sus buenos cuidados lo debo, señora.... Llámeme usted "señorita" dijo Clementina con aire majestuoso.

Todos tenían gran deseo de verle de cerca y de presenciar aquella comedia de la cesación de una hostilidad inveterada. El doctor Truchelet aventuró una alusión sabia á las bodas de Pirito, ensangrentadas por el combate de los Centauros y de Lapites, y felicitó á la señorita Guichard por no haber renovado las luchas de las Amazonas contra Hércules y Teseo.

En cuanto se vió sola, la señorita Guichard se apoderó de la jaquette de su huésped, la registró con mano febril, descubrió una cartera, la abrió y tomando una tarjeta, leyó: Mauricio Aubry.

Como la víspera, la saludó sonriendo y dirigiéndose á ella como si fuese una antigua conocida, dijo: ¿Seré hoy más dichoso que ayer y podré llegar hasta la señorita Guichard? Herminia juntó las manos y dirigió á Mauricio una mirada suplicante. Hable usted más bajo, se lo suplico ... ¡Si nos oyeran, sería terrible! ¿Por qué?

Perdonaba, pues, y todos iban á vivir en adelante en la más perfecta concordia. El señor Roussel había ido á su casa para vestirse y volvería para comer con la familia y los amigos de la señorita Guichard. Algunos de los presentes no conocían á Fortunato; otros le conocían sólo de vista. Muchos le consideraban como un hombre muy importante por su fortuna y por su posición social.

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