Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 6 de octubre de 2025
Y cuando al fin se cerraba la puerta tras él, privando a los vecinos de un motivo de regocijo, el señó Juan, en plena borrachera sentimental, se empeñaba en ver a los pequeños, que ya estaban acostados, los besaba, mojándolos con gruesos lagrimones, y repetía sus trovas en honor de la señora Angustias ¡olé! ¡la primera hembra del mundo! , acabando la buena mujer por desarrugar el ceño y reírse, mientras lo desnudaba y manejaba como si fuese un niño enfermo.
Tenía treinta y siete años; era alta, con labios muy gruesos y encendidos, que humedecía sin cesar. Sin ser grandes, los ojos lo parecían por un poco hundidos y tener pestañas muy largas; pero eran admirables de sombra y fuego. Se pintaba. Vestía, como la hija, con perfecto buen gusto, y era ésta, sin duda, su mayor seducción.
Las amplias escaleras ofrecían así mismo ricos techos semiesféricos ó de artesón, ricamente pintados y dorados y zócalos de azulejería, la cual empleábase también en las tabicas de los pirlanes y en los asientos labrados de material que ocupaban en los descansos, los gruesos de muros.
Diciendo esto, advirtió cierta cosa de un encarnado muy subido, que nadaba junto al navio; echáron la lancha para ver que era, y era uno de sus carneros. Mas se alegró Candido con haber recobrado este carnero, que lo que habia sentido la pérdida de ciento cargados todos de diamantes gruesos del Dorado.
Las niñas no dejan nada que desear desde el punto de vista de la educación: es cierto que los labios son un poco gruesos y las narices algo chatas, pero de una autenticidad indiscutible; allí no hay veloutine, ni crema de perlas que formen cutis apócrifos.
Era bajo de cuerpo y rechoncho, alto de hombros, y además tenía la mala maña de subirlos más, con un gesto de desprecio y de qué se me da a mí, hasta tocar con ellos sus enormes orejas, anchas como abanicos. Tenía la cabeza abultada, el cabello corto, los labios gruesos. Era además chato y horriblemente bizco.
Aquella mirada la resistían pocos; a unos les daba miedo, a otros asco; pero cuando algún audaz la sufría, el Magistral la humillaba cubriéndola con el telón carnoso de unos párpados anchos, gruesos, insignificantes, como es siempre la carne informe.
3 Porque me enojé contra los locos, viendo la paz de los impíos. 6 Por tanto, la soberbia los corona; se cubren de vestido de violencia. 7 Sus ojos están salidos de gruesos; logran con creces los antojos del corazón. 9 Ponen contra el cielo su boca, y su lengua pasea la tierra. 10 Por eso su pueblo volverá aquí, y aguas de lleno le son exprimidas.
El primero que llegaba siempre a aquel lugar de preferencia, era el señor don Mauricio Ibáñez, hombre de cierta edad, de mucho pelo castaño y sin canas, anchas patillas y poca frente, mucha ceja, labios gruesos, largos dientes y muy blancos, nariz cuadrada y ojos de asombro continuo, buen color, poca estatura, elevado pecho, brazos largos y manos enormes con dedos descomunales.
Detesto el mal verso, y me es una fatiga enorme la lectura de esos volúmenes rimados que no dejan preocupación ni agitación; prefiero las dos composiciones de Fallon a la mayor parte de los gruesos tomos de versos que han hecho gemir las prensas de la América Española y de la España misma...
Palabra del Dia
Otros Mirando