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Actualizado: 3 de junio de 2025
Salvajes mugidos, aullidos plañideros, estertor y gritos de ahogado, crujidos y lamentos de la pobre nave, que vuelve á revivir como cuando estaba en su bosque y se queja antes de exhalar el último suspiro, todo ese horroroso concierto no impide oir el cordaje que se complace en imitar los agudos silbidos de las serpientes.
Consideraba a su hija como el ave a su polluelo, cuando se esfuerza a salir del nido, al cual no ha de volver jamás. El buen padre lloraba hacia dentro, si es lícito decirlo así. Al día siguiente, llegaron los caballos, los criados y las acémilas que el duque había mandado venir para su partida. Los gritos, los votos y los preparativos del viaje resonaban en todos los ángulos del convento.
Volvió la cabeza a estos gritos aquella señora, toda sobresaltada, y, no viendo quién las daba, se levantó en pie y fuese a entrar en el aposento; lo cual visto por el caballero, la detuvo, sin dejarla mover un paso.
Sonó luego por tres veces la voz de ¡alto!, y de seguida, uno tras de otro, como dos gritos de protesta y de amenaza, se oyeron dos tiros.
Púsose el niño muy encarnado, corrieron de nuevo sus lágrimas y con verdadera efusión llevó por segunda vez a sus labios la mano del religioso. Poco a poco fueron desfilando los carruajes, y cesaron al fin los gritos de despedida. ¡Adiós!... ¡Adiós!... repetía el anciano. Todavía aparecían algunas manitas saludando a lo lejos por las ventanillas de los coches: ¡Adiós!... ¡Adiós!...
Los correligionarios se quejan porque no te ven». Y abandonando aquellos paseos que eran su único placer, se hundía en un ambiente denso, cargado de gritos y humo, donde había de contestar a los más ilustrados del partido que, llenando de ceniza los platillos del café, querían saber quién hablaba mejor, Castelar o Cánovas, y en caso de una guerra entre Francia y Alemania, cuál de las dos naciones vencería; asuntos que provocaban disputas y enfriaban amistades.
Así ocurrió a Mariquilla, que habiéndose quedado dormida con los pensamientos más raros acerca de la Virgen María, del ciego, y de su propia fealdad, que ella deseaba ver trocada en pasmosa hermosura, con ellos mismos despertó cuando los gritos de la Señana la arrancaron de entre sus cestas.
Cuando la fiebre mucosa ha llegado á su mayor altura, la brionia calma el estado nervioso casi entorpecido y la cefalalgia supra-orbitaria violenta. =B.= Fiebres nerviosas graves. En las fiebres nerviosas, el estado congestivo de las meninges, el delirio activo, los gritos durmiendo, el despertar sobresaltado, y los dolores lancinantes y dislacerantes son propios de brionia.
A los gritos acudieron algunos criados, que se detuvieron confusos, atónitos, contemplando aquella escena extraña. También se abrió la puerta del gabinete y apareció en ella la figura del duque, de bata y gorro. En poco tiempo había envejecido de un modo sorprendente. Tenía los ojos apagados, el color caído, las mejillas pendientes y flácidas.
Dixo uno de ellos al ver á la muger: Esta misma es, que se parece á las señas que nos han dado; y sin curarse del muerto, echáron mano de la dama. Daba esta gritos á Zadig diciendo: Socorredme, generoso extrangero; perdonadme si os he agraviado: socorredme, y soy vuestra hasta el sepulcro. Pero á Zadig se le habia pasado la manía de pelear otra vez por favorecerla.
Palabra del Dia
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