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Actualizado: 18 de noviembre de 2025
En los primeros años del siglo XIX comenzó en Sevilla la decadencia de los rosarios nocturnos, que después de los tres años de invasión francesa no volvieron ya á su antiguo esplendor, y disueltas ó extinguidas más tarde las hermandades, sólo queda como menguado recuerdo de aquellos actos de religión, en que nuestros abuelos pasaban el tiempo, el rosario de la aurora, que aún sale tres veces al año de la capilla de la Angustia, en las gradas de la Catedral.
Jacobo depositó un beso en los cabellos de Juana, y sosteniéndola con un brazo, condújola fuera de la habitación hasta las primeras gradas de la escalera. Pronto, a su casa díjole besándole la mano precipitadamente. Y alejose. La señora de Maurescamp volvió pronto a su casa, conducida por la señora de Lerne. Su ausencia había sido corta.
En frente de éste, a la parte del Evangelio, sobre la misma línea de pavimento se levantaban como aparador, ocho gradas de maderaje desnudo hasta rematarse en la pared para asiento de los reos, con proporcionado soslayo que los exponía al registro y curiosidad de casi toda la iglesia.
Sus ojos, que me parecieron de dimensiones extraordinarias, interrogaron con una curiosidad indolente la escena que tenía lugar en el terrado. Y bien ¿qué es lo que hay? dijo con una voz tranquila. Le dirigí entonces una profunda inclinación, y maldiciendo una vez más mi saco de noche, que divertía visiblemente á aquellas niñas, me apresuré á subir las gradas de la escalera.
Caminó ligeramente hacia Monte-Carlo. Pasaba ante las «villas» y los jardines como si sus pies tomasen nuevo impulso al tocar el suelo, como si en la atmósfera primaveral se hubiesen disminuído las leyes de la gravedad. Dentro de la población se detuvo ante las gradas de la iglesia de San Carlos.
La senda que habían seguido conducía a la Horse Guard's Parade, y comprendiendo un momento después que mi debilidad no me permitiría caminar más, me vi obligado a volverme hacia las gradas de la columna de York, dejando solo a Reginaldo para que observase todo cuanto pudiese.
El quinto estaba á la puerta que está dentro del patio de la iglesia: éste era más alto que alguno de los otros; había en él un altar, á manera de un aparador de muchas gradas. En éstas estaban ricas imágenes de bulto de plata dorada y algunas de oro, con otras piezas de gran valor. Estaban puestos en dos candeleros dos cuernos grandes de unicornio: éstos y todo lo que había era del emperador.
Indudablemente, Babbo Carlini me debía estar esperando afuera, sentado en las gradas de la iglesia. ¿Reconocería en este monje, reflexionaba yo, la descripción que había conseguido de Paolo Melandrini, el desconocido que debía ocupar el puesto de secretario y consejero de Mabel Blair?
Las ondas golpean las gradas que dan acceso al Tellenplatte, y á veces sus espumas van á desvanecerse al pié de los dos altares de piedra que adornan el interior. En los muros y el techo se ven frescos del mas macarrónico estilo, que representan varios pasajes de la historia de la emancipacion.
Dispúsose en la forma que para este fin pareció más conveniente, con aposentos divididos para hombres y mujeres, el patio cercado de gradas cubiertas para el sol y el agua, y abiertas para la luz, como lo estaba el Anfiteatro de Roma.
Palabra del Dia
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