United States or Pakistan ? Vote for the TOP Country of the Week !


En las cercanías de la garita, y visible perfectamente desde el vapor, se destaca la entrada de la cueva de Doña Jerónima,, de cuya cueva que dicen se comunica con la de San Mateo, cuentan los indios terroríficas historias de aparecidos, duendes, y sobre todo de tulisanes.

La puerta cochera da entrada a un patio de honor cuidadosamente enarenado y tapizado de parras centenarias. El pabellón del portero está a la izquierda, envuelto entre el follaje espeso de la hiedra, donde los gorriones y los huéspedes de la garita parlotean al unísono.

Muchachitas de catorce a diez y seis años de edad, la mayor parte de ellas alimentadas con pan seco y con manzanas verdes en una buhardilla de obreros o en la garita de un portero, vienen al teatro con vestidos de tartán y con zapatos viejos, y su primer cuidado es correr a mudarse de traje, sin que nadie pueda notarlo.

El pastor cerró la puerta de la garita con la rapidez del rayo, pero Yégof no lo vio. El loco caminaba por el desfiladero como por una inmensa sala; a izquierda y derecha se alzaban tajos ingentes; en lo alto brillaban millones de estrellas.

Doña Manuela atendía con interés las palabras de los compradores y no volvió la cabeza para ver quién abría la puertecilla de la garita a la que pomposamente llamaban despacho y saltaba velozmente el mostrador. Siéntese usted, mamá.

Y en efecto, con la violencia que caracterizaba todas sus acciones, al pasar por delante de la casa entró en el portal y se dirigió a la garita de los porteros. ¿Tiene usted la amabilidad de decirme quién habita el cuarto tercero de esta casa? Son dos señoritos muy jóvenes, hermano y hermana. Sólo viven aquí desde hace cuatro meses. Han quedado huérfanos, al parecer, hace poco tiempo....

Ahora, aseguremos las fisonomías y adelante. Salieron, atravesaron el patio en que estaba la fragua, entraron en la cordelería donde los penados seguían desgarrándose los dedos contra las duras maromas embreadas, y llegaron á la entrada del edificio, donde se encontraba el centinela en su garita, apoyado en el fusil, y al abrigo de los rayos del sol, ya oblicuos á aquella hora.

Jefes y soldados íbamos con gran dolor de corazón a cantar nuestra canción de las habichuelas a la pequeña garita del señor cura. Después de maldecir de la alimentación leguminosa y de la alimentación patatosa, habló del resto del viaje.

Me cogió el aguacero al pasar por la garita. ¡Qué aguacero! ¡Qué Dios lo mandaba! ¡El primero del año! ¡Vaya! ¡Y ya lo necesitaban las tierras, que la seca ha sido buena, los pastos estaban amarillos, amarillos! ¡Se ha muerto más ganado! Me voy, don Rodolfo, que estoy chorreando agua, y tengo que desensillar....

«¡Porque es muy rara esa persecución! ¡Siempre con ellos... un hombre que no hace su nido en ninguna parte...! Yo no , no . ¿Habrá algo?... ¿Qué te parece a ti?». Pues... dijo la de Rubín pensándolo mucho , a me parece que no. Pues como haya algo, no se me ha de escapar, porque estoy allí, como quien dice, en mi garita de vigilancia.