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Llevando al hombro su fusil antiguo, que aún hacía más enorme y pesado una bayoneta interminable, hubiera podido descansar junto á la garita pintada con los colores de Mónaco; pero prefería moverse en incesante paseo, mirando á todas partes por si alguien intentaba penetrar en el alcázar del ausente soberano.

Hácia la villa hay solo una muralla con un foso á ambos lados. Esta plaza tiene un Gobernador, y una guarnicion de 400 á 500 personas de tropa reglada. El otro lado de la bahia está sin fortificaciones, y la gran montaña sin garita siquiera: si esta se tomára podria ser de gran perjuicio á la bateria, ciudad y guarnicion, por razon de su altura, aunque está 4 ó 5 millas distante de la ciudad.

Casi frente á la peña de Malapadnabató se halla el vadeo de aquel nombre, en el que, una rústica garita, y uno menos rústico camarín, señalan un puesto de carabineros, llamados á vigilar las importaciones que lleva á Manila el Pasig.

La florista se replegó también en el interior de su garita, y metiendo consigo los tiestos y manojos de siemprevivas, se puso a tejer coronas para niños muertos.

En fin, no cesa de reprochar al finado señor Laroque, hijo, su admirable salud que jamás permitió á su mujer desplegar las cualidades de enfermera, de que rebosa su corazón. Entretanto, ha tenido, en estos últimos días, la idea de agregar á su sillón una especie de nicho en forma de garita, para resguardarse de los vientos colados.

Sábelo Dios.» Y aleluyas y más aleluyas. En nuestra caminata arriba y abajo pasábamos por delante de una garita que me llamaba la atención, porque tenía encima un rótulo, para enigmático: «LampisteríaEn una de las vueltas, un hombre, con un farol, salió de la garita.

Es verdad replicaba el abuelo : atestáis de juguetes su escondite y de vestidos su ropero, como se echan mendrugos a los perros en su garita, para que no molesten con sus ladridos ni estorben con su presencia, y acaso, acaso, porque los vean gordos y lozanos los vecinos.

La chimenea de la cocina en aquel momento echaba chispas que subían destacándose sobre las velas. Supusimos que al cocinero lo encontraríamos en su garita entre sus cacerolas, y, efectivamente, lo vimos junto al fogón. Ryp no intentó resistir; se rindió y dijo que conseguiría la sumisión inmediata de sus paisanos. Efectivamente, así fué.

Aquella noche, la correspondiente al día del préstamo, Serafina tuvo una ovación en el segundo acto, y salió de la escena por la puerta lateral de una decoración cerrada de modo que los bastidores dejaban en una especie de vestíbulo, cerrado también por todos lados, a Bonifacio, que aguardaba allí como solía; para salir de aquella garita de lienzo, había que levantar un cortinón pesado, que se usaba para el foro en otras decoraciones.

Hacía más de veinte minutos que habían cesado y que el silencio del invierno reinaba solo en aquel abrupto paraje, cuando el buen hombre, sintiéndose seguro, salió de la garita y tomó corriendo el camino de la granja. Cuando llegó a «El Encinar» encontró toda la casa en movimiento. Se hacían preparativos para matar un buey con destino a la tropa del Donon.