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Las playas de aquel pequeño mar pues no otro nombre debe dársele están salpicadas de bonitos pueblos, los cuales de día en día, ven con creciente temor que las aguas van invadiendo sus territorios, fenómeno fácil de explicar, si se tiene en cuenta la cantidad de agua y arenas que arrastran las treinta y tres vías que alimentan la laguna, con la desproporción de su desagüe, que se opera por una sola, que es la del Pasig.

Las parejas se entrelazan, las parejas sudorosas se entrelazan en la fiesta, como ramas de mil árboles que se funden y se abrazan; y a los sones de la orquesta, que acaricia con sus flautas, sus oboes y violines, los sedeños zapatitos y los nítidos botines van trazando nuevas vueltas y espirales, nuevas curvas ideales a la luz de los voltaicos semejantes a jazmines, a jazmines de florestas siderales, de corolas luminosas, de pistilos colosales, mientras sobre el lomo ingente del gran Pasig verdinegro, las pagodas todas, todas, las hieráticas pagodas, se fastidian y bostezan, envidiosas del alegro, las fantásticas pagodas. .................................................. Ya amanece.

Despues de dos ó tres bocanadas de humo, de toser y de escupir por una comisura, preguntó á Ben Zayb dándole una palmada sobre el muslo: ¿Usted ha visto patos? Me parece... los hemos cazado en el lago, respondió Ben Zayb estrañado. No, no hablo de patos silvestres, hablo de los domésticos, de los que se crían en Pateros y en Pasig. Y ¿sabe usted de qué se alimentan?

Una vez dentro de las aguas del Pasig, el movimiento de la banca se hizo duro á consecuencia de la corriente y la marejada. A medida que nos acercábamos á la barra, la boga se hacía más difícil. Estábamos á medio cable de aquella. Cuatro golpes de remo, y la quilla de la banca entraría en los inmensos dominios de los mares.

Son, en efecto, muy fuertes, y manejan con destreza y vigor la ancha y corta pala que les sirve de remo, al par que de timón. Hubiéramos querido visitar de noche el pueblo de Pasig para ver el uniforme que usan los serenos, de que nos habla Mr. Jagor, en sus Viajes por Filipinas.

Trazar un canal recto desde la entrada del río á su salida, pasando por Manila, esto es, hacer un nuevo río canalizado y cerrar el antiguo Pasig. ¡Se economiza terreno, se acortan las comunicaciones, se impide la formacion de bancos! El proyecto dejó atontados á casi todos, acostumbrados á tratamientos paliativos. ¡Es un plan yankee! observó Ben Zayb que quería agradar á Simoun.

En la madrugada del 30 de Junio de 187..., dejé los incómodos asientos de un desvencijado sipan, tomando el que dicen camino por más que no sea ni aun vereda, que dirige al modesto embarcadero que en la margen del Pasig, y al pié del magnífico puente colgante, tienen los vaporcitos que hacen la carrera entre Manila y la provincia de la Laguna.

Aquí, si nuestro trabajo no llevara el carácter de un viaje á la ligera, nos detendríamos en muchas páginas; mas, sin embargo, como la rapidez de una banca no es, ni la que da aliento una caldera de vapor, ni una ventolina de empopada, ni aun la pujanza de cuatro hijos de las verdes vegas de la Cartuja, tenemos tiempo de ver y apreciar en el largo espacio que media desde el Trozo hasta que se entra en el caudaloso Pasig.

Quizás influyeran en los ánimos las alegres casas del pueblo de Pasig, las copitas de Jerez que habían tomado para prepararse ó acaso la perspectiva de un buen almuerzo; sea una cosa ú otra el caso es que reían y bromeaban incluso el franciscano flaco, aunque sin hacer mucho ruido: sus risas parecían muecas de moribundo. ¡Malos tiempos, malos tiempos! decía riendo el P. Sibyla.

En una mañana de Diciembre, el vapor Tabo subía trabajosamente el tortuoso curso del Pasig conduciendo numerosos pasageros hácia la provincia de la Laguna. Era el vapor de forma pesada, casi redonda como el tabù de donde deriva su nombre, bastante sucio apesar de sus pretensiones de blanco, magestuoso y grave á fuerza de andar con calma.