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Actualizado: 19 de mayo de 2025


En el Ateneo de los jesuitas se graduó de bachiller, algo después de estrenar en el teatrito del colegio su melodrama "Junto al Pasig". Frisaba entonces con los 14 años. Viniendo a España en 1882, a los dos años ganó los títulos de Doctor en Medicina y Licenciado en Filosofía y Letras, y se trasladó a Francia, Alemania y Austria para ampliar en aquellas clínicas sus estudios.

Dichas piedras, aunque muy porosas, y por lo tanto de fácil desmoronamiento, son apreciadas, y su transporte se hace en grandes bancas, que son vaciadas al pié del puente colgante, ó á las márgenes de los muchos esteros que afluyen al Pasig.

No bien concluímos de oir el desagradable graznido de los miles de patos que rodean las cercanías del vadeo de Pasig, cuando el panorama varía por completo. Dilatados campos sembrados de palay, se muestran por doquier. Las riberas se despojan de las verdes y poéticas bóvedas, viéndose al carabao arador que pesadamente abre el surco en que ha de fructificar el arroz.

A las pocas orzadas, dejamos por la proa los descarnados pilares de madera que serán en su día la sustentación del puente de la Convalecencia, así llamado, se entiende cuando esté concluído porque pondrá en comunicación las dos orillas del Pasig, siendo la principal base y en la que descansará aquel, la pequeña isla de Convalecencia, en la que vimos destacarse un amplio edificio, que nos dijeron ser el Hospicio.

Varios naufragios registra la crónica de la laguna de Bay, y según algunos pesimistas, aquella es una constante amenaza para Manila. No conozco el desnivel que existe entre la laguna y Manila, si bien debe ser mucho, dada la situación que aquella ocupa y lo rápido de la corriente del Pasig.

Las palas del vaporcito, pesadamente batían las aguas del Pasig, evitando el timonel con una lenta marcha, el choque con alguna de las muchas pequeñas embarcaciones que afluyen en aquellas horas á las cercanías del puente colgante, cargadas unas de cocos, verduras, leña, piedras, ladrillos y tejas, y conduciendo otras gran número de alegres cigarreras que tienen su trabajo en la fábrica de Arroceros, y su domicilio en alguna de las poéticas casitas que bordan las orillas del río, y forman parte de los pueblos que hemos de ver desde las bandas del vapor.

Tanto sacrificio no podía quedar sin recompensa. El dios de los periodistas estaba satisfecho de Abraham-Ben Zayb. Casi al mismo tiempo vino el angel gacetillero trayendo el cordero bajo la forma de un asalto, cometido en una quinta á orillas del Pasig, en donde ciertos frailes pasaban la época del calor. ¡Aquella era la ocasion y Abraham-Ben Zayb alabó á su dios!

Distraídos en la contemplación de la ribera que teníamos á babor, dejamos el poético pueblecito de Pandacan, doblamos el recodo de las Beatas así llamado, por haber existido en aquel lugar, un piadoso establecimiento de monjas, y no sin trabajos, en los que hubo que emplear el tiguin para evitar los cientos de salientes que forman las revueltas del Pasig, nos pusimos á la altura de la sólida iglesia del pueblo de Santa Ana, teniendo también dentro de nuestro horizonte visible, el remate del torreón de la de Paco.

Cuando llegó al sitio de la ocurrencia, con gran sorpresa suya encontró que el herido no era otro que el P. Camorra, castigado por su provincial á espiar en la quinta de placer, á orillas del Pasig, sus travesuras de Tianì. Tenía una pequeña herida en la mano, una contusion en la cabeza al caerse de espaldas; los ladrones eran tres é iban armados de bolos; la cantidad robada, cincuenta pesos.

A sus piés arrastraba el Pasig su corriente de plata, en cuya superficie brillaban perezosas las espumas, giraban, avanzaban y retrocedían siguiendo el curso de los pequeños torbellinos. La ciudad se levantaba á la otra orilla y sus negros muros aparecían fatídicos, misteriosos, perdiendo su mezquindad á la luz de la luna que todo lo idealiza y embellece.

Palabra del Dia

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