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Actualizado: 5 de junio de 2025
De aquel pueblo al de San Narciso empleamos todo el día catorce, bien es verdad que dedicamos la mañana á la caza del carabao cimarrón. Para llegar á San Narciso hay que vadear un sinnúmero de veces el Dumalong, no siendo esto lo más malo, y sí el salvar las peligrosas fragosidades del monte de aquel nombre. No hay que soñar siquiera en hacer este trayecto á caballo, y sí en carabao ó en hamaca.
El Anay habita en sitios húmedos, construyendo con arcilla viviendas del tamaño de un hombre, tan duras y tan fuertes que un carabao puede pasar por encima de ellas sin que sean destruídas.
Lejos corre, seguida del crío, una potranca; Un carabao lustroso en un charco se estanca; En su lomo una garza hace una nota blanca. Un río desenrosca las eses de su tripa, Y asoman, allá en donde su curva se disipa, Las manchas trapeciales de unos techos de nipa.
Con harta dificultad y no menos precauciones por el temor de encontrar algún carabao cimarrón, caminamos por espacio de una hora valiéndonos de la voz para no perdernos, puesto que nos tapaban completamente los penachos del cogon.
No bien concluímos de oir el desagradable graznido de los miles de patos que rodean las cercanías del vadeo de Pasig, cuando el panorama varía por completo. Dilatados campos sembrados de palay, se muestran por doquier. Las riberas se despojan de las verdes y poéticas bóvedas, viéndose al carabao arador que pesadamente abre el surco en que ha de fructificar el arroz.
Puños de armas, de bastones, de cuchillos; cajas, salacots, cucharas, tapas de libros, pequeñas estatuas, estuches, petacas y otros cientos de objetos, hacen del cuerno del carabao, que ha de ser cimarrón y no doméstico, porque la fibra del primero es más compacta que la del segundo; circunstancia fácil de explicar al tener en cuenta el constante uso que hace el carabao montaraz de sus cuernos y el poco que hace el doméstico.
La vaca, el carabao, la cabra, el jabalí de monte, el casero y el llamado mantequero, abundan bastante en aquellas regiones; habiendo asimismo jabalíes y venados en grandísimo número, en las islas del Norte, principalmente en Agrigan y Saipan, en donde se comprende perfectamente su fomento, teniendo en cuenta lo escaso de la persecución, y los millones de cocos que la falta de beneficio deja en abandono, cayendo de la palma al empuje de otra cosecha, que á su vez caerá como la primera en fuerza de la madurez ó de los fuertes vientos, para servir de alimento á los animales ó para pudrirse con el tiempo y las aguas.
Hay precipicios y fangosos barrancos, que únicamente la planta humana, ayudada de la inteligencia ó las condiciones especiales de la pezuña é instinto del carabao, pueden salvar. Para colmo de males se encuentra tal profusión de pequeñas sanguijuelas en el ramaje, en las puntas del cogón y hasta en las hierbas, que no hay forma de evitar su sangrienta voracidad.
Cuando son pequeños les taladran la ternilla de las fosas nasales, pasándoles un cordel que hace luego el oficio de riendas para guiar el animal. Cuando se encuentra en estado salvaje en el monte es fiero y temible por su extremada ferocidad. El carabao se emplea para vadear los ríos, y de este modo librarse de las asechanzas de los terribles saurios.
Los cuchillos cortos de hoja ancha, que el natural llama bolos, no tienen rival con los que se fabrican en Lucban. Con la varilla de un paraguas viejo, hacen un buril, y con este y un mal cortaplumas, tallan todo lo tallable, luciendo principalmente su habilidad en el cuerno del carabao cimarrón, haciendo objetos primorosos.
Palabra del Dia
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