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Actualizado: 21 de junio de 2025


Iešus le dize, De cierto te digo ÿ ešta noche, antes ÿ el gallo cante, me negarás tres vezes. Dizele Pedro, Aunÿ me še menešter morir contigo, no te negaré. y todos los Dišcipulos dixeron lo mišmo. Entonces llegó Iešus con ellos ál aldea, que še llama Gethšemane. y dize

Las más famosas, y las que se prestaban con más frecuencia á este linaje de composiciones, eran la misa del Gallo, en la noche de Navidad; la Pasión el Viernes Santo; el miércoles de Ceniza, en que se hacían las lamentaciones; las Cuarenta horas, con la letanía al Santísimo Sacramento; la Salve regina; los salmos á la Mater dolorosa; la Candelaria, con tres villancicos; las horas de la Pascua, y el día del Corpus.

Señor de Castro repuso el coronel, irguiéndose como un gallo , tengamos la fiesta en paz. Usted sabe mis ideas: he derramado mi sangre por la legitimidad, y el respeto que le tengo á usted no debe servir para... Novoa, queriendo tranquilizar á don Marcos, intervino en la conversación. Este Monte-Carlo es una playa á la que llegan toda clase de despojos, vivos y muertos.

Y agregaba: Dios pagará a ustedes este buen rato.... ¡De veras, de veras, si me parece que tengo veinte años! Angelina y tía Pepilla nos dejaron para atender a la anciana que ya suspiraba por su lecho; don Román buscó el suyo, y Andrés se quedó conmigo en espera de Angelina y de mi tía que irían con nosotros a la misa del gallo. No tardaron en volver.

De aquellos rincones de nuestras provincias salieron los espíritus luminosos que hicieron la patria: Sarmiento, Alberdi, Rawson, los Gallo, Vélez Sársfield, Avellaneda, etc.

Quien se hubiera tomado el trabajo de seguir los pasos de Rubín desde el 69 al 74, le habría visto parroquiano del café de San Antonio en la Corredera de San Pablo, después del Suizo Nuevo, luego de Platerías, del Siglo y de Levante; le vería, en cierta ocasión, prefiriendo los cafés cantantes y en otra abominando de ellos; concurriendo al de Gallo o al de la Concepción Jerónima cuando quería hacerse el invisible, y por fin, sentar sus reales en uno de los más concurridos y bulliciosos de la Puerta del Sol.

Su marido le rogaba que se recogiera; más ella «tenía harto que hacer para acostarse tan temprano...». ¡Ay!, la tertulia de doña Tula y aquel charla que te charla de Pez y Serafinita, habíanle puesto su cabeza como un bombo... Luego el D. Manuel era capaz de dar jaqueca al gallo de la Pasión con la cantinela de sus lamentaciones. Ya eran tantas sus calamidades que Job se quedaba tamañito.

Quedó Currita atónita con la carta en la mano, mirando atentamente al gallo, que con una pata en alto, torcida la cabeza y fijo en ella el ojo inflamado, parecía ofrecerle caballerosamente, en caso de guerra, el auxilio de sus espolones.

Sin embargo, la campaña contra el gallo ha crecido, precisamente porque disminuían sus partidarios. Absolutamente lo mismo ocurre con los juegos de cartas y las carreras de caballos.

Montifiori a su turno conversaba con el doctor de las Vueltas a propósito de un caballero de las provincias que había pasado atufado y sin saludar al grupo. Pero algo debe tener con usted, querido Montifiori, porque conmigo cultiva la más cordial amistad. En efecto decía un gallo viejo de monocle que formaba parte del grupo, Il a l'air bien farouche.

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