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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Erckmann-Chatrian es un nombre doble, formado con los apellidos de Emilio Erckmann y Alejandro Chatrian. Ambos eran alsacianos. En 1847 conociéronse, trabaron amistad y comenzaron una colaboración íntima que duró casi tanto como su vida. Numerosísimas novelas han publicado, que se cuentan entre las más famosas y leídas de la literatura francesa en el siglo XIX. Son las principales: El amigo Fritz , Madama Teresa , Cuentos de las orillas del Rin , LA INVASIÓN O EL LOCO Y
La hora del tren se aproximaba, y decididos todos a partir, después de una ligera discusión en que triunfó el más cruel egoísmo, pusiéronse en marcha. Leopoldina, muy desasosegada, suplicó entonces a Currita que dejase por lo menos al cuidado de aquel infeliz a Fritz, su lacayo prusiano.
Seis meses después llegó, en efecto, el día en que se justificaron sus tristes presentimientos. Los dos muchachos se habían peleado en el patio, y Martín, el mayor, furioso al ver que Fritz era más fuerte, le tiró una piedra, hiriéndolo tan desgraciadamente en la parte posterior de la cabeza que lo hizo caer ensangrentado y sin habla.
Allí lo encontraron sus gentes a la hora del almuerzo, tan blanco como la cal de los muros, con la frente entre las manos y murmurando sin cesar: ¡Fritz, Fritz! ¡ésta es la expiación! ¡ésta es la expiación! El espectro, el antiguo, el temible espectro, al que creía desterrado para siempre, se ha echado de nuevo sobre él, y sus garras le aprietan la garganta hasta estrangularlo.
Amo la ciencia que profeso, porque es grande y noble: su objeto es el alivio de nuestros semejantes; y el resultado es bello, aunque la tarea sea penosa. ¿Y os llamáis...? Fritz Stein respondió el alemán, incorporándose algún tanto sobre su asiento, y haciendo una ligera reverencia. Poco tiempo después, los dos nuevos amigos salieron.
La madre, llena de inquietud, intervenía para restablecer la paz, pero se burlaban de ella. La pobre temblaba sin cesar por sus terribles hijos, pues veía con espanto que los dos habían heredado el carácter irascible de su padre. Ya una vez había acudido en momentos en que Fritz, que tenía ocho años, se abalanzaba con un gran cuchillo de cocina en la mano, sobre su hermano, dos años mayor que él.
Juan no ve nada de eso; no ve más que la sombra allá arriba, y el brillo del hacha. Unos pasos más, y la muerte caerá sobre él. Entonces, ante lo inminente del peligro, acude a su memoria el recuerdo de su madre y lo que ella dijo un día a Martín furioso: ¡Piensa en Fritz! grita a su hermano que avanza.
Mientras tanto, Fritz y la casera acudían al caído en el momento en que, desembarazándose este del waterproof que le envolvía y sentándose en el suelo, dejaba ver la granujienta faz de Diógenes, azorada, reflejando todavía la colosal borrachera que se había tomado la víspera, mirando a todas partes con aire de extrañeza, sin acertar a explicarse cómo, habiéndose dormido en lo alto de una banqueta del mail-coach, despertaba sentado en el suelo en mitad de un camino.
Saltó Fritz detrás de Tom y fue a sujetar por el diestro al caballo espantado, que era el de la izquierda del primer tronco. El terror había enmudecido a todos, dejándolos inmóviles, sin osar rebullirse por miedo de apresurar la catástrofe; el hombre del waterproof seguía roncando.
Palabra del Dia
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