Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 31 de mayo de 2025
Repitió su súplica en inglés, y ella lo miró entonces de abajo arriba, sin odio, sin escándalo, con extrañeza, como en presencia de un atentado a las buenas formas sociales, asombrada de la rapidez con que aquel hombre pretendía suprimir de golpe todas las esperas prudentes establecidas por la costumbre. Good night dijo fríamente.
»Desperté de pronto y la visión desapareció en el acto, volviendo a contemplar mis atónitos ojos el aposento a media luz, el blanco techo, la triste lamparilla y a mi lado el doctor, que silencioso y grave, con semblante impasible, pero con mirada terriblemente profunda, contemplaba a Magdalena dormida. » Ya ves que has hecho mal en reclamar tu turno me dijo fríamente.
Cada vez más triste y confuso, Mario se levantó al fin y se despidió fríamente. Godofredo le acompañó hasta la puerta de la escalera. Puedes creerme, Mario; me ha costado muchas lágrimas el obedecerle. Si no fuese por el cumplimiento de mi deber, jamás hubiera renunciado a la dicha de contraer matrimonio con tu cuñada.
¿Sabe usted cuándo sale el correo? preguntó friamente S. E. cuando el alto empleado hubo acabado de hablar. El alto empleado le miró fijamente, despues bajó la cabeza y en silencio dejó el palacio. En el jardin encontró su coche que le esperaba.
Cecilia le respondió fríamente con las menos palabras posibles. ¡Pobre Gonzalo! ¡Si supiese que aquella mujer traidora por quien preguntaba, lejos de estar arrepentida, se revolvía con furia contra su familia, cubriéndolos a todos de dicterios, amenazándoles con entregarse al primer hombre en cuanto saliese de la prisión, escandalizando con su soberbia y lenguaje procaz a la superiora del convento!
Dijo simplemente: Usted me mima demasiado, Juan. Gracias, amigo mío. Y como él se excusase respondiendo fríamente: Esto es completamente natural; yo sé que a su mamá le gustan las flores. Pero ¿y los helados? ¡Oh! no me he olvidado que cierta señorita era muy golosa, en los tiempos lejanos en que me convidaba a sus banquetitos, a condición de que yo no comiese nada. Se rieron.
¿Es eso todo lo que usted tenía que decirme? preguntó fríamente la dama. La faz temerosa del barón se congestionó súbito al escuchar esta pregunta, inyectáronse sus ojos, la sinuosa cicatriz se alzó con gran relieve sobre la superficie del rostro en virtud sin duda de algunos movimientos volcánicos de lo interior.
Se le ha propuesto dijo gravemente el hombre de la ropilla encarnada, pero ha rehusado... ¡Mozo: otra taza de chocolate! ¡El, ministro! exclamó el marqués de Priego en un acceso de ira, al cual el Duque de Carvajal se asoció fríamente por un movimiento de cabeza casi imperceptible; ¡él, ministro! Y, ¿por qué no?
Era, en efecto, la página más penosa del libro de la buena educación, aquella en que se advierte que es preciso hacerse agradable a las personas con quienes se habla, interesándose por sus negocios. A Gonzalo y Cecilia los miró un instante fríamente; pero no les hizo pregunta alguna. Cumplida tan ímproba tarea, el magnate volvió a caer en el eterno monólogo.
Al decir estas palabras, mi interlocutor me vio hacer un gesto de sorpresa, y se detuvo para preguntarme la causa. No es nada respondí. Pero en aquel momento, recordé, a pesar mío, el hombre negro de que había hablado el hostelero la noche anterior. »¡Diez años repuso Yago fríamente es mucho! Es pagar muy cara una cosa tan pequeña. Pero no importa, acepto los diez años.
Palabra del Dia
Otros Mirando