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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Muy de corazón aplaudió la habilidad y delicadeza que demostró su digno vástago cuando uno, y dos y tres jóvenes de lo más distinguido de la sociedad, se acercaron a ella solicitando el favor de un vals o cosa parecida, y fueron cortés y fríamente despedidos por la robusta alemana, que no bailaba porque... aquí una disculpa torpemente zurcida, pero mal compuesta con toda intención.

No acostumbro tolerar que nadie se burle de , milord dije, creyendo efectivamente que era objeto de burlas. Caballero repuso fríamente el inglés , no tardaré en probar a usted que una extraordinaria conformidad entre su carácter y el mío ha engendrado en vivísimo deseo de entablar con usted sincera amistad. Óigame usted un momento.

Insensible á la voz y á los ojos de ella, habló Robledo fríamente, lo mismo que si expusiese un trabajo de ingeniería. Había discurrido, mientras conversaba con Federico, la manera de sacarlo de París. Buscaría al día siguiente un automóvil para él, como si se le hubiese ocurrido de pronto emprender un viaje á España. Era oportuno tomar precauciones.

Castro había escuchado una noche al coronel con un silencio de mal augurio y los ojos fríamente agresivos. De pronto, interrumpió los planes estratégicos de don Marcos. ¿Y á usted cuándo lo ascienden? Muchos de los generales célebres en la actualidad eran simples coroneles al iniciarse la guerra. Ya era hora de que Toledo diese un salto en el escalafón.

¡Gracias, dijo fríamente aquella mujer, y se despidió de . Cuando me quedé solo, busqué el cuaderno donde estaban consignadas mis obligaciones, y anoté lo siguiente: «Doscientos cuarenta reales para AmparoYo había hecho esto por temperamento, por costumbre, no por caridad. Me acosté y me dormí. Cuando desperté al día siguiente, había perdido el recuerdo de aquella aventura.

Se separaron fríamente: ella cabizbaja, triste, cerrando los ojos, haciendo esfuerzos para no llorar; él enfurruñado, sardónico, como un hombre que se indigna al verse defraudado en sus esperanzas. Antes de dormir, Ojeda exhaló toda su cólera.

Yo me refería a Gustavo Núñez y a mi cuñada Elena replicó Tristán friamente. Elena se mostraba reacia aquel verano para ir al Escorial. Reynoso ya no podía más. Su amor y su prudencia le retenían de tomar la iniciativa, pero empezaba a mostrar en su semblante la impaciencia que le dominaba.

He aquí lo que me han dicho en el castillo de Valency; ¿por qué no habría de comunicártelo fríamente?... La tal Adela me ha engañado; así, al menos, me lo han dicho. ¡Desgraciado de ! Es imposible dudarlo, pero también buscarías algunos razonamientos para no creerlo.

Bastaba ver la actitud de las damas que estaban en el jardín de invierno: fingían no reparar en ella, pero se adivinaba en sus ojos una impresión de escándalo... Todo esto pareció decirlo la madre con su mirada y su breve llamamiento. Pero Nélida se limitó a contestar fríamente: «¡Mamá!», y encogiéndose de hombros siguió fumando.

Durante sus reflexiones se sintió agitada por diversos y encontrados pensamientos, como si se hubiese partido interiormente en dos personalidades distintas. La imagen de Watson la confortaba todavía en estos momentos angustiosos. Era el hombre joven, el dominador, que surge en el ocaso de toda mujer acostumbrada á jugar cruel y fríamente con los deseos de los hombres.

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