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Actualizado: 3 de junio de 2025
Vio otra vez la rueda, la inmensa rueda, imagen de la humanidad, que giraba y giraba sin cambiar de sitio, emprendiendo una ascensión tras otra, para pasar siempre por los mismos puntos. El enfermo, enardecido por aquella sensación de frescura, creyó poseer nuevos sentidos para darse cuenta de lo que le rodeaba.
Ya nos ofrece una rústica pasión con inimitable frescura y agrado; ya la sencillez y franqueza de los campos; ya, por último, nos deleita por los contrastes que traza entre la vida rural y sin afectación con la de ciudades y cortes.
La vista. ¿Qué sientes tú cuando estás alegre? ¿Cuándo estoy libre, contigo, solos los dos en el campo? Sí. Pues siento que me nace dentro del pecho una frescura, una suavidad dulce.... ¡Ahí te quiero ver! ¡Madre de Dios! Pues ya sabes cómo brilla el sol. Con frescura. No, tonto. ¿Pues con qué? Con eso. Con eso; ¿y qué es eso? Eso afirmó nuevamente la Nela, con acento de la más firme convicción.
Poca cosa era el afecto de este adolescente, y sin embargo experimentó la dulce impresión del calenturiento al sentir la frescura del agua. Miró con cariño sus ojazos azules, su cara sonrosada cubierta por un vello rubio, y buscó en su memoria quién podía ser este mozo.
El mismo aspecto de otros tiempos, aunque con cierto aire de restaurada frescura.
Sus carnes abundantes guardaban cierta frescura, obra de los cuidados higiénicos y los ejercicios gimnásticos. En cambio, su rostro, de blanca piel, transparentaba una inundación subcutánea amarillenta, que parecía formada con olas de salvado. Sobre la antigua cabellera, de un tono rojo, se amontonaban los rizos artificiales ocultando calvicies y canas.
Margalida, frunciendo las cejas y desviando la vista para no encontrarse con los ojos del herido, intervino, apartando a Pep. «¡Deje, padre!»; tal vez ella sabría hacerlo mejor... Y Jaime creyó percibir en su carne viva, sensible, vibrante por el cruel rasguño, una impresión de frescura, de dulce calma al hundirse en ella los tapones manejados por los dedos de la muchacha.
¡Por castigo!... ¡Y me lo dices con una frescura como si tú no le merecieras más ejemplar todavía! ¿Quién sabe si le estoy sufriendo ya! ¡Tú! ¿Crees posible que suceda lo que temo sin que resultemos castigados los dos? ¡Siempre egoísta!... Vete, déjame en paz, y que suceda lo que Dios quiera. Esto significa que te espanta la verdad, y me alegro de ello.
Venía la moza arremangada hasta el codo, con el pelo alborotado, seco y volandero, del calor de la cama sin duda: y a la luz del día se notaba más la frescura de su tez, muy blanca y como infiltrada de sangre.
¡Quieto! suspiró una voz tenue, de fantasma, una voz del otro mundo . Soy yo. Pero Ferragut había saltado cama abajo, avanzando las manos en la sombra. Tropezó con unos brazos desnudos y mórbidos, luego con la frescura suave de una carne envuelta en velos. Instintivamente llevó su diestra á la pared, y se hizo la luz.
Palabra del Dia
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