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Actualizado: 3 de junio de 2025


La hija era un ser insignificante, sin otra belleza que la frescura de su juventud, morena, ocultando tras la mansedumbre servicial una inteligencia más obtusa que la del padre, sin otras manifestaciones que la devoción y los escrúpulos en que la habían educado.

Gertrudis se inclina hacia adelante para quitarse el zapato; pero su mano tiembla, y se detiene fatigada. Deja que te ayude dice él. Un movimiento brusco, y el zapato salta al lado de ella, le sigue la media, y, arrastrándose hasta la orilla del río, la joven sumerge hasta el tobillo el pie desnudo en la frescura de la corriente. ¡Oh! ¡qué bien hace esto! murmura aspirando el aire profundamente.

Que el Cielo, ¡oh la más amable de las flores!, multiplique a tu alrededor la blandura de los tapices húmedos, la frescura de las nuevas sombras y el soplo de los nuevos céfiros. Esta silvia, la fresca silvia, la flor de la soledad y de la primavera, la dulce anémona de los bosques

El hermano mayor, que, no obstante, ocupaba el sitio inferior, sintiendo la frescura del agua, que le oprimía como un círculo de hierro helado, hizo un violento esfuerzo, y se agarró a las rodillas del menor. Este, que oprimía el palo con todas las fuerzas convulsivas de la agonía, intentó apoyar su pie sobre el pecho de su hermano para ahogarle... ¡Desesperación! ¡Imposible!

La obra, efectivamente, triunfó; el primer acto, sobre todo, risueño, pintoresco, rebosante de frescura y de elegante frivolidad, hipnotizó al público; á cada verso de «Sylvette» ó de «Straforel», contestaban los espectadores con un aplauso. Julio Claretie, el verdadero «descubridor» de Rostand, reventaba de gozo. Esto ocurría en la Comedia Francesa la noche del 21 de Mayo de 1894.

La misma frescura, igual esbeltez, robusta y fuerte; idéntico fuego de arrogante vitalidad en sus ojos verdes. Parecía que al arder en incesante llama de pasión, en vez de consumirse se endurecía, haciéndose más fuerte. Su mirada abarcaba al diputado con una curiosidad irónica. ¡Pobre Rafael! siento no poder decirte lo mismo. ¡Cuán cambiado estás! Pareces un señor casi venerable.

En la casa gozaba fama de genio violento, y hasta doña Manuela la trataba con ciertas reservas para evitar sus explosiones iracundas; pero fuera de esto era seductora, con su frescura de carnes a lo Rubens y las arqueadas líneas que a cada movimiento delatábanse bajo la blanca tela.

Vamos, mi querido Eugenio, ya que te han jugado una mala partida. ¡Cómo ha de ser! Es mucha perfidia. Así anda el mundo. Lo que importa es remediarlo. Remedio?.... es imposible ... Muy sencillo. Me gusta la frescura. Todo está en aprontar mas fondos, aprovechar el correo de hoy, y ganarle por la mano.

Posesor de este lago artificial y de ese parapeto con sus esclusas movibles, el agricultor se convierte en director de las lluvias y sequías; impide á las aguas impetuosas correr en torrentes devastadores sobre los campos cultivados, prohibe al arroyo bajar en demasía su nivel durante la época de sequía, y le obliga á alimentar constantemente los canales de riego, llevando á los campos la frescura y la vida.

Se acordó del inglés que tenía un carmen junto a la Alhambra, el que se enamoró de ella y le regaló la piel del tigre cazado en la India por sus criados. Había sabido más adelante que aquel hombre, que en una carta que ella rasgó la juraba ahorcarse de un árbol histórico de los jardines del Generalife 'junto a las fuentes de eterna poesía y voluptuosa frescura', aquel pobre Mr.

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