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Actualizado: 24 de julio de 2025


Después, haciendo una mueca de fingido desdén, se lo alargó otra vez diciendo: Toma, toma, embustero. Pero antes de llegar a manos de Gonzalo, Cecilia extendió la suya y se lo arrebató riendo. ¿Qué papelitos son ésos? Venturita, como si la hubieran pinchado, brincó en el asiento y sujetó fuertemente la muñeca de su hermana.

¡Hola, tropa! dijo éste, volviéndose a aquellos venerables varones. Y ellos, que hasta allí habíanse fingido los distraídos, cual si no oyesen tan interesante diálogo, se encontraron sin saber cómo en pie, cual si los hubiese movido un único y poderoso resorte. ¡Qué amabilidad!

Tengo por muy cierto, que este levantamiento fué fingido por Andronico, por dar alguna razon aparente para sacar los nuestros de Asia, de quien temió siempre, que acreditados con tantas victorias se alzarian con ella, negándole la obediencia, y para obligar más á Roger, le puso delante el peligro de su cuñado.

Luego imaginó que alguna doncella de la duquesa estaba dél enamorada, y que la honestidad la forzaba a tener secreta su voluntad; temió no le rindiese, y propuso en su pensamiento el no dejarse vencer; y, encomendándose de todo buen ánimo y buen talante a su señora Dulcinea del Toboso, determinó de escuchar la música; y, para dar a entender que allí estaba, dio un fingido estornudo, de que no poco se alegraron las doncellas, que otra cosa no deseaban sino que don Quijote las oyese.

Y aunque hubiesen advertido al obispo de las secretas pasiones de su sobrino, había fingido ignorarlo todo, pensando, acaso, como Molière, Que pecar en silencio no es pecar. ¿Qué camino, pues, le quedaba al pobre Arturo, que corría en pos del escándalo, como corren otros en pos de la gloria, sin poderlo alcanzar?

Y él había asentido. ¿Por qué había asentido? ¿No había sido sincero en ese momento? Y si la había dado sinceramente la razón; si había acogido sin segunda intención su precepto, ¿no debía perdonar en ese trance? Al no perdonar era porque entonces no había sido sincero: ¡había fingido para ganársela, para vencerla! ¿De qué debía acusarse: de la pasada hipocresía o de la debilidad presente?

Emma tenía los ojos cerrados. Su esposo no se fiaba y le acercó un oído a la boca. Su respiración tenía el ritmo regular del sueño. Podía ser fingido. No se sabía si dormía o no. En cuanto a llamarla, hacía tiempo que había renunciado a semejante prueba.

Harto ya de alabanzas, y temeroso de haber atendido en demasía á conciliarse el favor del público, prefiriendo los caprichos de la moda al mérito real de sus obras, resolvió seguir otro rumbo, publicando bajo el fingido nombre de D. Gabriel Padacopeo sus Soliloquios de un alma con Dios.

El conde Don Pedro Bélez, La fortuna adversa del Infante>, Fernando de Portugal: págs. 95-145. Nuestra Señora de la Peña de Francia, El León apostólico y Cautivo coronado, El esclavo fingido, D. Manuel de Sosa y Naufragio prodigioso y El Príncipe tocado: páginas 171-270. El buen vezino, págs. 204-221. El prodigio de Etiopía. La victoria de la honra. El valor perseguido y traición vengada.

Muñoz, intrigado, pensó por un momento que Julio se había fingido tan abatido para evitar una explicación, o por alguna rara delicadeza de rival afortunado. ¡Lo que menos necesito es eso, su cortesía! exclamó en voz alta. ¿La cortesía de quién? le preguntó Charito. No haga caso, esta noche han de perdonarme cualquier desvarío. Es un mal momento de mi vida.

Palabra del Dia

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