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He dicho varios, porque hoy dominan una suerte de escritos donde se habla de todo sin probar nada, parecidos á aquellas ferias donde se proponen infinitos géneros de poco valor, todos confundidos entre , sin otro fin que el de embelesar á los compradores, incapaces de distinguir lo sólido de lo aparente, lo superficial de lo fundado, el oropel del oro. Piezas sueltas, pensamientos vagos, reflexîones volantes, mezclas de todas las cosas, discursillos de quanto hay en el mundo, hacen el caudal de estos Escritores. MIGUEL DE MONTA

Dicen que estremecía ver aquel atrevimiento; y un libro viejo cuenta que era «horrible y espantoso, que llena de congojas y asusta el mirarlo». Los ingleses creen que el juego del palo es cosa suya, y que ellos no más saben lucir su habilidad en las ferias con el garrote que empuñan por una punta y por el medio; o con la porra, que juegan muy bien.

Tal vez para buscarlo se componía y se atildaba con esmero, y hasta había ido a varias ferias y romerías en otras poblaciones; pero todo había sido en balde y no había hallado hasta entonces sujeto que le petara. Doña Inés esperaba con fundamento que le petaría don Paco.

Mientras los hombres hacían sus trampas en el campo de la feria, ellas corrían las casas echando las cartas, diciendo la buenaventura, ofreciéndose las más viejas a curar las enfermedades con remedios misteriosos, transmitidos de madres a hijas desde la más remota antigüedad. Las dos primeras ferias eran en San Juan: las de Segovia y Avila. Luego venía la famosa de Alcalá, en el mes de Agosto.

Llenaba la vida de los hombres durante la Edad Media, cuando no podía darse un paso fuera de la religión, y en la tierra, asolada por las luchas, no había otra esperanza que el cielo ni más lugar de asilo para el pensamiento que la catedral en la ciudad y el monasterio en el campo. «Las ferias, las reuniones para negocios o placeres como decía su maestro , eran fiestas religiosas; las representaciones escénicas eran misterios; los viajes, peregrinaciones, y las guerras, cruzadasPero después se partía la vida: lo religioso a un lado, lo humano a otro.

En Pinto, que es un puerto de escala en relacion con las famosas ferias de Magangué, sobre el Cauca, se separaron todos los viajeros comerciantes que se encaminaban á la feria de la Candelaria; y media legua mas abajo nos llenó de admiracion el espectáculo de la confluencia de los dos grandes rios.

Sus escopetas las encargaba el suegro a los corresponsales de Inglaterra; en la cuadra tenía cada año un caballo nuevo, encargándose el mismo don Matías de comprar lo mejor que se encontraba en las ferias de Andalucía.

Era hermano de un vecino nuestro en la Cava de San Miguel. Primeramente tuvo un cajón de casquería en la plaza, y después puso tienda de quincalla iba a todas las ferias con un sin fin de arcas llenas de baratijas, y armaba tiendas. Le llamaban Juárez el negro por tener la color muy morena. Viéndome tan mal, me ofreció el oro y el moro, y que iba a hacer y a acontecer.

Robaban en Madrid, robaban en los campos veraniegos cuando salían de excursión a las ferias; pero todo había de ser nuevo, sin uso alguno. Su traje, aunque remendado y sucio, era suyo, lo habían hecho para sus cuerpos, y lo preferían, con toda su astrosidad, a las ropas usadas que fuesen mejores. Su estómago sufría antes el hambre que la náusea del asco.

El señorito no le acompañaba en semejantes excursiones: harto tenía que hacer con ferias, caza y visitas a gentes de Cebre o del señorío montañés, de suerte que el guía de Julián era Primitivo. Guía pesimista si los hay.