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Actualizado: 14 de junio de 2025


Ya. dijo el militar, contento de haber encontrado un motivo, aunque pequeño, para suponer que aquel hombre no era enteramente feroz. ¿Y lo pasó usted bien? ¡Ah! : me alegré mucho de estar allí. ¿Y no quiera usted volver? ¡Oh! , exclamó Clara, sin poder contener una exclamación expansiva.

Para nosotros y para nuestros lectores y para la duquesa, aquella exclamación salía del corazón de la madre y de la amante. Porque doña Juana, enemiga política del duque de Osuna, le amaba; continuaba amándole en secreto; el duque de Osuna era la pasión de toda su vida.

M. L'Ambert lanzó una exclamación de disgusto y de sorpresa. ¡Decir que un vil mercenario, a quien había religiosamente pagado su servicio, podía ejercer una influencia oculta sobre la nariz de un funcionario público, era una impertinencia! Es mucho peor aun replicó el doctor, es un absurdo. Y, sin embargo, os pido autorización para buscar a Romagné.

Era éste joven también, de rostro pálido adornado con gafas; gastaba la barba y los cabellos largos en demasía; su traje, más desaseado que mezquino. Ni respondió ni levantó siquiera la cabeza al oír la exclamación de su amigo, atento a la lectura del periódico que tenía entre las manos.

Hubo una exclamación de protesta. ¡Banderillear él!... Todos conocían su flojedad en tal suerte. Esta quedaba para los que habían hecho su carrera paso a paso, para los que habían sido banderilleros muchos años al lado de sus maestros antes de llegar a matadores; y Gallardo había comenzado por el final, matando toros desde que salió a la plaza. ¡No! ¡no! clamaba la muchedumbre.

¡Ah, ma belle! decía una voz sonora. ¿Con que así tratas á un viejo soldado que hace tiempo no ha visto tan siquiera una buena moza inglesa? ¡Por el filo de mi espada! aguarda un poco y en lugar de un beso te daré media docena.... Una exclamación de alegría se escapó de los labios sonrientes de Roger y Tristán. ¡Era Simón, no cabía duda!

Pierde cuidado, preciosa dijo echándole un brazo sobre el hombro y atrayéndola suavemente hacia ; ni las olas suben, ni nosotros bajamos... ¿Tienes miedo a morir? ¡Oh, no; ahora no! exclamó la niña en voz apenas perceptible, estrechándose más contra su amigo. Ricardo no oyó esta exclamación.

Hubiera sido difícil adivinar el sentido exacto de esta exclamación; irritación, pesar, despecho, descontento contra los demás y contra mismo, había un poco de todo esto. En cambio, ni sombra de enternecimiento ni de piedad había en su mirada seca.

En este otro. Su exclamación al entrar no carece de fundamento; faltan sólo minutos, y no se divisa disposición alguna de viaje.

El hombre contestó que era una máquina, dentro de la cual se bajaba al fondo del rio, pudiendo ir sentado con la mayor comodidad, y llevar los ojos abiertos. Desde la, máquina en cuestion se veia el fondo del Sena, la diafanidad de las aguas, los barquichuelos que pasaban por encima, y otras curiosidades á este tenor. Nuestro ingeniero hizo una exclamacion de alegría.

Palabra del Dia

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