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Actualizado: 8 de octubre de 2025
Con una condescendencia notable, y sin molestarse por nuestra estupidez, que para una persona de su género de talento debía de ser punto menos que un crimen, lograba en un momento hacernos ver claro como la luz del día, lo que á nosotros nos había parecido incomprensible. Los comerciantes le tenían en tanto aprecio como nosotros, sus compañeros de oficina.
Este aniquilamiento moral y físico constituye el fondo de las afecciones mentales propias de este medicamento, mas que la obstinacion y el mal humor; la inercia de las facultades está unida á la inercia de la sensibilidad, á la del sistema muscular, á un estado de estupidez, de embrutecimiento, del que salen de cuando en cuando los enfermos, por la influencia de ciertas escitaciones y de un delirio á veces lipemaniaco.
Esta, con su estupidez inveterada, en vez de disimular su poder y hacerse perdonar del mundo aquella inaudita usurpación, la pregonaba a son de trompeta en los teatros y paseos, donde se presentaba colgada del brazo del duque. Poco después comenzó a circular por Madrid la noticia de que se casaban. El asombro y la indignación que produjo fueron vivísimos.
Entonces, del rincón obscuro de las máquinas, cuya masa gigantesca surge del suelo detrás del armazón de las ruedas, se adelanta pausadamente una larga figura vacilante, cubierta de harina de pies a cabeza; aparece un rostro pálido, en el cual sólo se lee esa especie de estupidez que producen los años; una nariz ligeramente colorada que baja hasta la barbilla, unos ojos enfurruñados que se ocultan bajo gruesas cejas, y una boca que parece agitada por un movimiento eterno de masticación.
Bueno, crimen o disparate... o lo que sea, era una estupidez de todos modos, ¿sabes? porque enseguida se comprendería, por los síntomas, que se trataba de un envenenamiento. Aquellas palabras, pronunciadas con afectada ligereza, impresionaron aún más al conde que las anteriores. Desde entonces no podía acercarse a ella sin experimentar una extraña sensación de repugnancia. Su juventud pasó.
Mientras esto decía Salvador, le miraba Navarro con cierto asombro que no carecía de estupidez, y era que, en efecto, había meditado no pocas veces sobre aquel problema. Sin embargo, por no declarar que su sombrío interior había sido descubierto, dijo bruscamente: Pues jamás he pensado en tal cosa. ¿A qué vienen esas sandeces?
¡Yo! dijo el almadreñero, cuyo rostro colorado y lleno revelaba cierta ironía triste no exenta de compasión ; si no conociera a usted tan bien como la conozco, Catalina, diría que había usted perdido la cabeza..., usted y Duchêne, Robin y los demás; todo eso me produce el efecto de un cuento de Genoveva de Brabante, de una historia a propósito para niños y que muestra la estupidez de nuestros antepasados.
¡Cernícalo! díjele indignada al contemplar tal fenómeno de estupidez. Abrió los ojos, abrió la boca, abrió las manos, y hubiera abierto toda su persona, si hubiese podido, para expresar más su asombro. Volví al patio de el Zarzal, renegando del barro, de mis zuecos, de Juan y de mí misma. ¡Petrilla, ven! grité.
Yo pondría, si pudiera, un petardo tan grande, que levantara hasta el cielo todos los palacios de esa gente egoísta que nos quita lo nuestro. Lo pondremos replicó Mariano, haciendo de la malignidad y de la estupidez una sola expresión. Pero eso es juego de chicos... Es como armar guerra con cohetes en vez de hacerla con cañones. ¿Qué resulta?
Los generales alfonsinos, después de hecho su agosto y ascendido en su carrera todo lo posible, encontraban que era una estupidez continuar la guerra durante más tiempo; habían matado la república, que ciertamente por estólida merecía la muerte; el nuevo gobierno les miraba como vencedores, pacificadores y héroes. ¡Qué más podían desear! En el campo carlista comenzaba la Deshecha.
Palabra del Dia
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