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Entre tanto el novio estudia en Estrasburgo, y acaso hace la córte á otra desgraciada. ¡Qué corazones hay en el mundo! ¿Qué hace esa mujer? Nos preguntaba la lechera. ¿Cómo vuelve á la casa que ella abandonó? ¿Cómo vuelve al pueblo que ella escandalizó con su locura? ¿Cómo escribe á sus padres, á quienes ha causado tanta afrenta y tanto dolor?

El estudiante está en Estrasburgo; es inútil que mires; no viene. ¡Cuánta amargura debe hervir en el alma de esa mujer! Parece que cruza y confunde sus miradas, como si una idea agujerease su cerebro, y se pasa la mano por la frente con mucha frecuencia. Es bien seguro que está sudando de congoja; es seguro que algun vértigo la amenaza.

Quiero, la contesté, que se pase usted al hotel de enfrente ahora mismo, que entregue usted estos veinte francos al amo de la fonda, en pago de los quince dias de alquiler que Luisa le debe, que usted estos otros cuatro napoleones á Luisa para que atienda á sus necesidades, que averigüe el nombre y domicilio de los padres del estudiante de Estrasburgo, y que procure saber de la jóven si tiene algun tio, algun hermano, alguna persona de respeto á quien acudir, trayéndome la nota de los nombres y del punto de residencia.

A estas buenas personas les disgusta tener una niña en el teatro y querrían traerla al buen camino a fuerza de puntapiés en... ¡Ya me entiende usted...! En fin, si usted quisiera, vendría conmigo al curso de Canto donde la rapaza se perfecciona; le echaríamos el guante, usted le diría buenas cosas y yo me la llevaría a Bizons. ¡Usted no puede negarme esto, que causará, además, un efecto excelente en su distrito...!» Yo no me había olido la trastada, y seguí a mi Chabornac; llevóme a lo más hondo de una callejuela, allá, por el bulevar de Estrasburgo; subimos la escalera de una casa tan nauseabunda, que usted no la hubiera encontrado digna de albergar siquiera sus canes.

En este punto se descansa un cuarto de hora; los viajeros, y los equipajes que siguen á Suiza, se trasladan á otro tren. De Paris á Basilea, la Champagne, admirable y rica, y Nancy, ciudad importante. A las ocho de la mañana, doce horas justas despues de haber salido de Paris, parti de Estrasburgo, entrando en Basilea á las cuatro horas.

Allí la naturaleza desplega cuadros tranquilos y admirables: allí tiene grandes escenas que copiar el pintor, allí tiene consoladoras reflexiones que recojer el estadista: en marcha. La bellísima estacion del camino de hierro de Estrasburgo, de la cual he hecho ya mencion, fué mi punto de partida.

Cuando hubieron pasado algunos minutos, viendo que el apetito de Gaspar se moderaba, exclamó repentinamente: Dime, Gaspar, sin dejar de comer, ¿cómo es posible que estés aquí? Nosotros creíamos que te hallabas aún a orillas del Rin, cerca de Estrasburgo. ¡Ah, ah, el veterano! Ya comprendo dijo Lefèvre guiñando un ojo . ¡Como hay tantos desertores! ¿No es eso?

El camino trepa la montaña, caracoleando por entre los viñedos y pabellones de verdura, y desde el punto culminante, sobre las ruinas del antiguo Castillo, se puede contemplar uno de los mas bellos panoramas de Alemania. Kehl. Un portero frances. Estrasburgo. La campaña alsaciana. Una familia francesa en el campo.

¡Que si le he tomado cariño!... Mira, no me iría a vivir a la casa más hermosa de Estrasburgo aun cuando me dieran dos mil libras de renta. Hace veintitrés años que guardo aquí mis mercancías: azúcar, café, pólvora, tabaco, aguardiente; todo se mete ahí. Tengo ocho caballerías siempre de camino. Pero no disfrutas de nada.

Hullin, que había adquirido un aspecto muy serio, subiose en una pila de troncos cortados y, dirigiendo a la multitud profundas miradas, dijo en medio del mayor silencio. El enemigo ha pasado el Rin anteanoche y se dirige a la sierra para penetrar en Lorena: Estrasburgo y Huningue se hallan sitiados. Hay que suponer que dentro de tres o cuatro días veremos aquí a los alemanes y a los rusos.