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Actualizado: 8 de junio de 2025
En algunos lugares, el barro era tan profundo, que nuestros sostenedores se metían hasta las rodillas, y solo la larga práctica y la asistencia de sus compañeros pudieron sacarles del mal paso. Pero toda dificultad se vencía con aclamaciones, con espíritu alegre y festivo, risa estrepitosa, y por una espontánea y fraternal cooperación.
Se oyó una espontánea carcajada. Pacita la había soltado. Su mamá se mordió los labios de ira y encargó a la hija que tenía más cerca que hiciese presente a la otra, para que a su vez lo comunicase a la menor, que era una desvergonzada y que en llegando a casa se verían las caras.
Aunque muy contra su gusto, aceptó la invitación para que no sospechase su mal humor, y se esforzó en aparecer jocoso. Consiguiólo sólo á medias; tanto que Manolo, que ignoraba el rompimiento con Soledad, notó, sin embargo, al poco rato que su alegría no era espontánea y le preguntó: ¿Qué tienes? Parece que estás preocupado. ¿Yo?... Ni por pienso, hijo.
El dice que son muy buenas. Una de ellas dicen que es santa. Estas declaraciones eran hechas por Clara con una ingenuidad tan espontánea, que conmovía al que pudiera oirlas.
Como quiera que fuese, él imaginaba que Rafaela tenía una voz dulce y simpática; que cantaba lindamente canciones andaluzas y que bailaba el fandango, el vito y el jaleo de Jerez por estilo admirable. No había aprendido ni la música ni la danza, pero la misma carencia de arte y de estudio prestaba a su baile y a su canto cierta originalidad espontánea, llena de singular hechizo.
Decía mil chistes, sutilezas y discreciones, que se aplaudían y gustaban más aún por el acento sevillano con que los decía, por la expresión de su rostro, por la viveza de sus ojos y por los frescos y colorados labios, y blancos, iguales y apretados dientes, por entre los cuales brotaba suave, argentina y simpática su fácil y espontánea palabra. Sabía ella además infundir amor y respeto.
Esa música espontánea Que produce la natura, Cual tus cantos, sin cultura, Y ruda como tu voz, Tal vez en noche callada, De blanco cráneo en los huecos, Produce los tristes ecos Que oye el pueblo con pavor.
Bien poco le quedaba que hacer a Leto en aquella escena que tanto le imponía desde lejos. Todo se lo daba hecho Nieves; todos los caminos le abría ella; y ¡con qué dulzura de mirar, con qué timbre de voz tan melodioso, con qué volubilidad tan espontánea y hechicera! Había que ser un leño para no atreverse, con aquel estímulo que le parecía sobre humano, a ser un poco sincero y expresivo también; y se atrevió a serlo. Dijo el por qué de no haber subido a Peleches en dos días. ¡
Por manera espontánea, se producía con exuberancia y énfasis. Era también muy aficionado al canto. Cuando cantaba me hacía el efecto de que se iba a derretir en la atmósfera, como un terrón de azúcar en agua. Y en cuanto a lo de improvisar versos, también era natural en él. Se convencerá usted muy pronto de cómo mi padre, sin duda por el continuo ejercitarse, componía ya versos por rutina.
No era fácil que mi enemigo me cogiese desprevenido como la otra vez; contaba con una policía espontánea que vigilaba mis pasos. Mi madre estaba deseando que me casara cuanto antes, pero había que pedir dispensa por razón de parentesco; en la fe de bautismo de Mary aparecía como hija legítima de Juan de Aguirre y Lazcano.
Palabra del Dia
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