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Actualizado: 8 de junio de 2025


El Barón casi dejó de admirarme como hermosa, a fin de quererme, de atenderme y de servirme como buena. No soy yo alegre y regocijada por mera y espontánea energía de mi espíritu. Lo he sido y lo soy también porque me impongo, porque me decreto la alegría. Las cosas no pueden estar mejor de lo que están. Me parecería ingratitud para con Dios, si yo me quejase.

Mil y mil veces he sostenido que la literatura, sobre todo la amena, si ha de ser natural y espontánea y no artificiosa y criada en invernáculo, conviene que sólo tenga por Mecenas al público que la lea, la pague, la comprenda y la inspire. Nada de protección por parte de principes y de gobiernos para novelistas y poetas.

En vano se buscaría en la historia de las literaturas europeas otro fenómeno semejante de colonización literaria; violenta, forzada en sus causas y en los medios con que fué realizada; espontánea, duradera y digna en sus complejas manifestaciones; útil y gloriosa para aquellos colonos, dotados de extraordinaria flexibilidad y gran virtud asimiladora; no ingloriosa para la madre patria que los desterraba; ventajosa y honorífica para la nueva patria latina que los acogía en su seno hospitalario

Todo aquel pais, esencialmente montañoso, aunque desnudo de vegetacion espontánea, abunda en inmensos depósitos de fierro, plomo, plata, mercurio, carbon de piedra, mármoles superiores, etc., que entran en la composicion mineralógica de las dos Sierras que surcan las Andalucías.

Hay, por último, en la Celestina cierto misterioso encanto que se apodera del alma de quien la lee, embelesándola y moviéndola a la admiración más involuntaria. No admiramos porque nos prescriban los críticos que admiremos, sino porque la admiración nace en nosotros espontánea e inmediatamente de la lectura.

Mendoza tenía buen cuidado de no turbarle a menudo. Los artículos, los sueltos no conseguían excitar el interés del valeroso caudillo, y dejaba a la redacción bastante libertad en esta materia. En cambio, por nada en el mundo consentiría que se variase el título de una sección sin consultarle. Algunas veces, por espontánea y libérrima inspiración, él mismo llegó a cambiarlos.

No poca gente de Castilla pudiera ir por allá a aprender a hablar castellano, ya que no a pronunciarle. Sin adulación servil aseguro que la cordobesa es, por lo común, discreta, chistosa y aguda. Su despejo natural suple en ella muy a menudo la falta de estudios y conocimientos. Sus pláticas son divertidísimas. Es naturalmente facunda y espontánea en lo que dice y piensa.

Preferible es en ocasiones un adarme de corazón a una arroba de habilidad; donde fracasan las huecas fórmulas, vence el sentimiento, con su espontánea elocuencia. A fuerza de quebrarse los cascos ideando manera de anudar el diálogo con su esposa, ocurriole al novio aprovechar una circunstancia insignificante.

Ruborizose Laura hasta la raíz de los cabellos al oír semejante frase... Y Coca, siempre espontánea y sincera, le dijo en voz baja: Creo que vas a ganar la apuesta... Te casarás con Vázquez... Me alegro y te felicito... Si la coquetería y la mentira triunfan a veces, también triunfan otras veces la buena fe y la bondad... Lo reconozco.

Su abuelo había sido un empedernido ateo partidario de Voltaire y la Enciclopedia que a última hora se había entregado a la embriaguez, y según la conseja del pueblo fue arrastrado un día por los demonios al infierno. En realidad murió de combustión espontánea, lo que pudo dar pábulo a semejante fábula.

Palabra del Dia

lanterna

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