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Actualizado: 29 de noviembre de 2025


¡Oh, gentleman! interrumpió ella quejumbrosamente . No sea usted materialista en sus apreciaciones, no se muestre grosero en sus sentimientos juzgando á las personas por su tamaño. ¿Por qué no pueden amarse dos almas á través de sus envolturas completamente diferentes?... Ahora que le conozco, gentleman, me doy cuenta de que toda mi vida he estado esperando su llegada.

Pero lo más terrible, lo que más me horroriza, es dejar de verte, Amaury, no estrechar ya tu mano, no expresarte mi agradecimiento por tu amor, no dormirme esperando que te me aparezcas en mis sueños. Déjame que te contemple por última vez para poder acordarme de ti en la eterna noche de mi sepulcro. Hija mía dijo el sacerdote.

Los otros padrinos debían haberlo contado todo. ¡Qué de comentarios! Y el miedo á encontrarse con las gentes, que sin duda repetían su nombre á todas horas, le hizo permanecer recluído, esperando que le olvidasen. Alguien perdería ó ganaría en el Casino una suma importante, y esto bastaba para que los curiosos dejasen de hablar de él. Empezó á pesarle la soledad como un suplicio.

Alternaba con los verdaderos toreros; podía pagar copas a los viejos peones que hacían memoria de las hazañas de los maestros famosos. Dábase por seguro que ciertos protectores trabajaban en favor de este «niño», esperando ocasión propicia para hacerle debutar en una novillada en la plaza de Sevilla. El Zapaterín era ya matador.

Todos los días veían lo mismo: las mujeres cosiendo y cantando bajo las parras; los hombres en los campos, encorvados, con la vista en el suelo, sin dar descanso á los activos brazos; Pimentó tendido á lo gran señor ante las varitas de liga, esperando á los pájaros, ó ayudando á Pepeta torpe y perezosamente; en la taberna de Copa unos cuantos viejos tomando el sol ó jugando al truco.

Petra callaba inmóvil, esperando servir a su dueño. Gozaba voluptuosa delicia viendo padecer al canónigo, pero quería más, quería continuar su obra, que la mandasen clavar en el alma de su ama, de la orgullosa señorona, todas aquellas agujas que acababa de hundir en las carnes del clérigo loco.

Sin embargo, al cabo de un instante, Tristán pareció volver en y dejó escapar un débil gemido. Tristán, Tristán, ¿cómo te sientes? ¿Tienes dolores? le gritó sofocada por la emoción. El joven se llevó la mano a un hombro. No te asustes... sólo aquí siento algún dolor murmuró con aliento casi imperceptible. ¿Quieres que nos quedemos esperando que alguien pase?

Mi única esperanza de suceso dependia de la eleccion que yo hiciese de una corriente de agua, la cual solo me era permitido reconocer desde la altura en que me hallaba: dejé que mi tropa se adelantase y me quedé esperando.

Vivir por él, para él. «Yo nací para esto; para padre». Bonis sentía a la puerta de la iglesia, esperando al capellán que iba a hacerle cristiano a Antonio, sentía la gracia que Dios le enviaba en forma de vocación, clara, distinta, de vocación de padre. « pensaba ; ya soy algo».

Aquel salmón que pescaba el colono del magnate a la luz de una hoguera portátil, era el mismo que ahora estaba sangrando, todo lonjas, esperando el momento de entregarse a la parrilla, sobre una mesa de pino, blanca y pulcra.

Palabra del Dia

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