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Actualizado: 29 de noviembre de 2025


El balcón de Europa, Manuela, no lo dude usted. El señor Cuadros, después de soltar esta barbaridad, miró a su mujer, que, como siempre, le admiraba. Mientras tanto, las niñas de la casa, las de López y «las magistradas» paseaban por el jardincillo con Rafael, que hablaba de su amigo Roberto, a quien estaba esperando.

Cerca de ella, unos chicuelos gritaban lagrimeando también; pero de pronto parecían olvidarse de su dolor para mirar, como los demás, a la línea del horizonte, esperando la aparición de un prodigio. Eran la viuda y los hijos de Muiños. Hasta poco antes no habían conocido la noticia de su muerte.

A los individuos de Orden Público o de la Guardia Civil que iba encontrando, les miraba ya como subalternos, y por poco les manda prender a su tía y a Torquemada. En el café, aquella noche, hubo la gran escena. Al principio no dijo nada, esperando dar la sorpresa de sopetón; pero sus amigos conocieron que no era el mismo hombre.

La enorme suma reunida por la banca era una tentación. ¡No había miedo de que los gananciosos quedasen sin cobrar! Hasta los mirones que pasan la noche de pie, participando de la emoción ajena, arriesgaban su dinero de luis en luis, esperando que cambiase en favor del público esta racha de suerte que únicamente soplaba del lado de la banca.

Gesticulaba en medio de la habitación, iba de un lado para otro, parábase delante de los esposos sin ninguna muestra de respeto, daba rápidas vueltas sobre un tacón y tenía todas las trazas de un hombre completamente irresponsable de lo que dice y hace. El criado estaba en la puerta riendo, esperando que sus amos le mandasen poner a aquel adefesio en la calle.

El orgullo no da para el mercado. ¡Ah! ¿y la de Eneene? la mayor, aquella paja larga, que anda como si la llevara el viento, pasó también, con la madre: ¡y miren lo que vale ser hija de ministro! llevaba dos festejantes de escolta, marcando el paso. Por supuesto que el coche, pagado por el Ministerio, estaría en la esquina, esperando.

6 con lo cual el testimonio del Cristo ha sido confirmado en vosotros, 7 de tal manera que nada os falte en ningún don, esperando la manifestación del Señor nuestro, Jesús, el Cristo; 11 Porque me ha sido declarado de vosotros, hermanos míos, por los que son de Cloé, que hay entre vosotros contiendas;

Se agitaban vociferando alrededor de las escolleras; medían con sus azagayas la profundidad del agua, esperando encontrar bancos que llegaran hasta el junco, y disparaban sus bomerangs sin resultado alguno, porque aquellos proyectiles no llegaban a su destino, a causa de la distancia, que era de unos dos cables.

Sin darse cuenta de cómo podría explicarse con el señor de Lerne sobre un asunto tan delicado, esperó, sin embargo, impaciente el miércoles siguiente, esperando encontrarle en la recepción de su madre. Pero al llegar a casa de la condesa tuvo el desagrado de saber que Jacobo tenía un fuerte dolor de cabeza que le retenía en la cama.

Saleta, que hacía el cuarto, hablaba con el capellán sentado detrás de él. En torno de la mesa había tres o cuatro personas de pie mirando el juego. Cerca del noble maestrante se hallaba Josefina con los bracitos cruzados esperando su bendición para irse a la cama.

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