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Actualizado: 30 de abril de 2025


Frecuentemente, en casa de madama de Longueval, después de comer, dormitaba un poco. Vosotras le habéis acogido con tanta bondad, que ha recobrado su antigua costumbre. Y ha hecho muy bien dijo Bettina. No hagamos ruido, no le despertemos. Sois demasiado buena, señorita; pero la noche está muy fresca. ¡Ah! es verdad, podría resfriarse. Esperad, voy a buscar un tapado.

Todos volvieron la vista hacia el fondo del desfiladero, y vieron a los cosacos caracolear alrededor del carro de municiones, en número que no bajaría de doscientos o trescientos. ¡Que llegan! ¡Salvémonos! exclamó Luisa. Esperad un poco dijo el contrabandista ; no tenemos nada que temer.

Es necesario que venga cuanto antes vuestra esposa. Sonaron entonces las llaves del carcelero. Esperad un momento dijo don Juan asiendo por el manto á Dorotea, que estaba vuelta hacia la puerta. ¿Qué más queréis de ? contestó la joven. Quiero... quiero volveros á ver.

Vaciló todavía el señor Gabriel Cornejo, pero una mirada decisiva y un ademán enérgico de Montiño, le decidieron; se despidió hipócritamente deshaciéndose en disculpas, y cuando ya estaba cerca de la puerta, el cocinero del rey, como obedeciendo á una idea súbita, le dijo: Esperad. Cornejo se volvió lleno de esperanza. ¿Vais á ver á la señora María?

Pues si mi criado te confiesas, mándote que te entres, que lugar hay en este calabozo andante, y que me expliques... Con mil amores, don Francisco; pero esperad, voy á dar á mis bravos muchachos la orden de que nos volvamos á Madrid. ¿Conque á Madrid nos volvemos? De orden superior. Como quien dice, de orden de su majestad el dinero. ¿Pues á quien otro obedezco yo?

Acaso ese pobre muchacho pague muy caro el haber dado al traste con don Rodrigo Calderón. ¿Muy caro? por cierto; como que está enamorado como un loco de la dama por quien se ha metido en ese lance. ¡Esperad! ¡esperad! yo he visto, al entrar ese mancebo en el cuarto de la reina, su semblante, y no le conozco, aunque me ha parecido encontrar en él un no qué... ¿conocéis á ese mancebo? ¡Mucho!

Pues esperad que espere que llegue la noche, para restaurarse de todas estas incomodidades, en la cama que le aguarda, la cual, si no es por su culpa, jamás pecará de estrecha; que bien puede medir en la tierra los pies que quisiere, y revolverse en ella a su sabor, sin temor que se le encojan las sábanas.

Esperad a que llegue vuestro padre y él dará a cada uno lo suyo. ¡Los lobos en el monte tienen más hermandad que vosotros! ¡Nacidos sois de un mismo vientre, y peleáis como fieras que por acaso se hallan en un camino! DON FARRUQUI

Si vos os empeñáis en manteneros puesta la carátula, nada tengo que hacer aquí... me habéis llamado en vano. Adiós. Y el tío Manolillo se levantó y se dirigió á la puerta. Esperad dijo el padre Aliaga. El bufón volvió atrás, se sentó de nuevo y miró audazmente al padre Aliaga. ¿Nos quitamos al fin el antifaz? dijo. El padre Aliaga no contestó directamente á esta pregunta.

Tiramos de una cadena que colgaba cerca de la puerta y sonó una campana a lo lejos. Salió a la puerta una criada vieja, y Allen le dijo que éramos náufragos. -Se lo voy a decir al capitán. Esperad. Desapareció, y al poco rato se abrió una de las ventanas iluminadas de la casa y se presentó en ella una figura de hombre, que gritó: ¡Eh, los náufragos! ¡Adelante!

Palabra del Dia

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