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Actualizado: 29 de julio de 2025


Rosa Mística, que al principio había quedado atónita, viendo tanta insolencia, se levantó, corrió a la cocina y volvió armada de una escoba. Al verla, todas las muchachas huyeron como una bandada de pájaros. Rosa Mística quedó sola, dejó caer la escoba y se cruzó de brazos.

La escoba, que aún estaba arrimada á la puerta, la puso en las manos del muchacho el joven que lo sacó de la calle, y al entregarle la escoba, le dió dos fuertes bofetadas, volviéndole á la triste realidad de la vida, al par que le decía: ¡Imbécil, cuanto acabas de dejar solo se adquiere con dinero!

Era también triguera el agua de la fuente, porque sus raras cualidades consentían, aunque era difícil operación y que debía hacerse con gran sigilo, que valiéndose de una escoba de palma enana, se rociase con ella el trigo que se iba a vender, dejándolo expuesto al sol para que se secase.

Y luego, era una de charlar de todo, al compás de la escoba de Pampa... Al día siguiente de aquella noche del 25 de Mayo, en que don Pablo Aquiles vió cosas que le suspendieron y preocuparon hasta el punto de interrumpir su paseo de digestión, Agapo se presentó en la casa, pasadas las doce, siendo recibido con el ceremonial de estilo.

Susana se preparaba, armada de una escoba, a hacerla funcionar activamente. Me pareció que estaba en uno de sus malos días, y pensé que sería conveniente emplear algunas precauciones oratorias antes de plantear mi pregunta. ¡Qué lindas y brillantes están tus cacerolas! díjele con amabilidad. Se hace lo que se puede refunfuñó Susana, y a quien no le guste, que se queje.

El entonces cogió la vieja hacha de su padre y con ella al hombro proseguía sus tétricos paseos. Cada vez que salía de casa, Tandang Selo y Julî temblaban por su vida. Esta se levantaba de su telar, se iba á la ventana, oraba, hacía promesas á los santos, rezaba novenas. El abuelo no sabía á veces cómo terminar el aro de una escoba y hablaba de volver al bosque.

Era al día siguiente domingo de Carnaval, y Madrid amaneció con el suelo emporcachado y el cielo radiante, como una meretriz coronada de flores y sentada en un charco; un fuerte viento del Norte había barrido las nubes y helado por los rincones los restos de nieve que habían logrado sustraerse a las pesquisas de la escoba municipal.

Cobo se hizo afectadamente el distraído. ¿Os ha pasado ya la berrenchina? siguió la viuda dirigiéndose a sus hijos . ¿Cuánto durarán las paces?... ¡Jesús, qué criaturas tan picoteras!... Mirad, yo no voy a vuestra casa porque cuando os encuentro con morro me apetece tomar la escoba y romperla en las costillas de los dos.... Los tertulios se volvieron hacia los jóvenes esposos sonriendo.

Ni falta... A mucha honra... De gloria y descanso te sirva tu ducado, harta de miseria. Mira, como vuelvas aquí, ¿sabes lo que hago? ¿Qué? preguntó Isidora, sintiéndose con más fuerzas para rechazar un nuevo ataque. Pues si vuelves aquí, cojo la escoba... y te barro ¡qué puño!, te echo a la calle como se echa el polvo y cáscaras de fruta».

Baizel y Catalina habían ido juntas a la escuela y se tuteaban. Ni yo tampoco contestó la labradora ; ¡pero qué más da, Baizel! En la desgracia sirve de consuelo volver a ver a una antigua compañera de la infancia. Baizel parecía conmovida, y dijo: Cuanto hay aquí, Catalina, tuyo es... Y mostraba a la anciana su pobre taburete, su escoba de retamas verdes y los cinco o seis leños del hogar.

Palabra del Dia

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