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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Vestía de negro y el velillo del sombrero cubría su cara. Esbelta y de gracioso andar, sus caderas movíanse con armónica cadencia, y a cada paso resonaba el fru-fru de la fina ropa interior. Luis percibía el mismo perfume de la carta que guardaba en su bolsillo. Sí, era ella. Pero cuando estuvo a pocos pasos, el movimiento de sorpresa de su cochero le avisó antes que su vista. ¡Ernestina!
A la puerta de un café, el Nacional contemplaba con toda su familia el paso de la cofradía. «¡Superstisión y atraso!...» Pero él seguía la costumbre, viniendo todos los años a presenciar la invasión de la calle de las Sierpes por los ruidosos «macarenos». Inmediatamente reconoció a Gallardo, por su esbelta estatura y el garbo torero con que llevaba la vestimenta inquisitorial.
Una permanencia de diez horas en las apreturas del bote, vagando á la ventura, en espera de socorro, no había quebrantado sus energías. Las mujeres mostraban mayor desesperación. Ferragut vió en el centro de un grupo de señoras á una jovencita inglesa, rubia, esbelta, elegante, que lloraba balbuceando explicaciones. Se había visto en una lancha, separada de sus padres, sin saber cómo.
Ninguna arma de fuego traspasaría su cuerpo. A su presencia, huiría el elefante, el tigre se encaramaría á los árboles, y el rinoceronte, á pesar de lo consistente de su piel, no estaría en salvo. La esbelta elegancia del hombre, su forma longitudinal, dividida en tres partes con cuatro grandes apéndices, divergentes, alejados del centro, lo convierten, por más que se diga, en un ser muy débil.
La joven, más alta y esbelta, caminaba á pequeños saltos, como un ave que sólo sabe volar, contoneándose sobre sus empinados talones. Las dos miraron con inquietud á este hombre que surgía inesperadamente entre las ruinas. Mostraban el aire preocupado y temeroso del que va á un lugar prohibido ó medita una mala acción.
He ahí la torre de Belén, que saludo por quinta vez. ¿Cómo es posible filigranar la piedra a la par del oro y la plata? ¿De dónde sacaban los algarbes el ideal de esa arquitectura esbelta, transparente, impalpable? Hemos perdido el secreto; el espíritu moderno va a la utilidad y la obra maestra es hoy el cubo macizo y pesado de Regent's Street o de la Avenida de la Opera.
En cuanto a mi Manolo... es callao, no lo sabrá ni la tierra, y como él arree un cabayo..., ya puén golverse locos los que la busquen a usted. En seguida llamó a la mujer de un mozo, la cual se presentó a los pocos momentos acompañada de una sobrina, de dieciséis años, graciosa, esbelta, vivaracha, al parecer muy inteligente, y que traía de la mano a un niño de dos años.
La Catedral es lo primero que debe visitarse: blanquísima como una paloma, como de mármol que es toda, gallarda y esbelta, con su rica arquitectura y su prodigiosa decoracion de estatuas, que se cuentan por miles. La catedral de Milan, soberbio y magnífico monumento que el cristianismo ha levantado, es una obra colosal que solo la fe de nuestros mayores pudo construir.
Era alta y esbelta; vestía de blanco, y me pareció de singular hermosura. La enferma secó sus lágrimas. Siempre fué adusta y severa; jamás lisonjeaba, nunca tenía una frase dulce y afable. La enfermedad había quebrantado aquel carácter entero, férreo, como de una pieza. Ahora tenía ternuras y delicadezas que conmovían profundamente. ¡Vamos, ya te veo a mi gusto! ¡Jesús! ¡Qué guapo que estás!
Todos estos árboles y flores-animales eran de una voracidad mecánica cuando la víctima microscópica se dejaba atraer por sus tentáculos El suave ramaje se contraía, se cerraba, arrastrando á la esbelta torre secretada por él mismo, digería su conquista. Otros estanques atrajeron después la atención del marino.
Palabra del Dia
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