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Actualizado: 2 de junio de 2025


El traidor Chabornac había maquinado esta perfidia; necesitábase un escándalo para desacreditar al campeón de las ideas republicanas en el Bajo Saona. ¡Los Machut se habían vendido al enemigo y Chabornac me había traicionado! Me atrajeron a este hotel de tercer orden después de haber alquilado previamente la habitación. ¡Estaba perdido...!

Su presencia de espíritu me ha salvado la vida en dos ocasiones, en las que, además, se distinguió por prodigios de valor que le atrajeron la amistad de los oficiales, la estimación del ejército y que le asimilaron a mis ojos a lo que yo conozco entre los hombres de más noble, de más generoso y de más eminente.

Por lo tanto, os pertenece exhortarla al arrepentimiento y á la confesión. Lo directo de estas palabras atrajeron las miradas de toda la multitud hacia el Reverendo Sr. Dimmesdale, joven clérigo que había venido de una de las grandes universidades inglesas, trayendo toda la ciencia de su tiempo á nuestras selvas y tierras incultas.

El 5 de octubre, pocos minutos antes de mediodía, el estampido de un arma de fuego y gritos confusos salidos de la villa Cyclamens, situada en mitad del camino de Lausana a Ouchy, interrumpieron violentamente la habitual tranquilidad del lugar y atrajeron a los vecinos y transeúntes.

Lo agradable de su persona, lo más grato aún de su afabilidad y cortesía, atrajeron el corazón de Josefina hacia el espíritu de Lázaro como el bien atrae al alma.

Alhakem, encantado y seducido por su talento y por su hermosura, la había hospedado en su alcázar. Ella soñaba con ser la favorita y la reina en el imperio de los Omniadas. El irresistible capricho de poseer la tela y cierto anhelo casi inconsciente, que le había infundido el joven mercader, atrajeron a Gláfira y la impulsaron a dar el precio que se le pedía.

Luego venían algunos retratos de pie, del capitán Laroque, que naturalmente atrajeron mi especial atención.

Bastante me pesan mis artificios y embustes que te atrajeron la desgracia... Vuelve á pegarme, trátame como á la peor de las mujeres, pero cree cuanto yo te diga; sigue mis consejos. Continuó el marino en su actitud de indiferencia y menosprecio. Las manos le temblaban, impacientes. Iba á marcharse; no quería oírla más... ¿Le había buscado para infundirle miedo con sus peligros imaginarios?...

Había desaparecido el vapor en unos cuantos minutos, hundiendo su proa en las aguas y luego las chimeneas, colocándose en una posición casi vertical, como la torre inclinada de Pisa, con las dos hélices volteando locas en su remate á impulsos de un estremecimiento agónico. El narrador empezó á quedar solo. Otros náufragos que iniciaban á su vez el lúgubre relato atrajeron á los curiosos.

Hizo Lucía la señal de la cruz, entre dos bostezos, murmuró un Padrenuestro y un Avemaría, y dio principio a una oración aprendida en el devocionario, y escrita en detestables versos, que comienza: Del párvulo tierno, cándido e inocente, Dios justo y clemente el sueño me dad... Operaciones todas que si habían de espantar la somnolencia, la atrajeron más y más.

Palabra del Dia

irrascible

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