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En nuestra narración seguimos generalmente á aquel autor, no siéndonos posible indicar con minuciosidad las pruebas históricas que nos han servido en toda ella, que pueden verse en los Apéndices del excelente trabajo de Navarrete. Dos tentativas semejantes de cristianos cautivos describe él en la comedia titulada El trato de Argel.

Más numerosos serían mis apéndices al tomo primero, si hubiera querido incluir entre ellos todas las obras de los contemporáneos de Torres Navarro y Lope de Rueda, que he consultado; pero desistí de hacerlo, ya porque este trabajo, poco sustancial, no hubiera servido para imprimir en la poesía dramática progreso alguno, ni presentarla bajo una nueva faz, siendo simples farsas de escaso valor literario, ya por no adelantarme al Sr.

En aquellas armaduras de caballeros los grandes brazos telegráficos, las pesadas piernas colgantes, causan la triste impresión de un ser descentralizado, impotente y vacilante, que un ligero choque bastaba á derribar. En el crustáceo, por el contrario, los apéndices están tan cercanos y unidos á la masa rechoncha, tupida, que el más pequeño golpe que asesta lleva el empuje de todo el cuerpo.

Y, por último, para que esta efigie fuera más singular, adornaban airosamente su labio superior unos vellos negros que habían sido agraciado bozo y eran ya un bigotillo barbiponiente, con el cual formaban simetría dos ó tres pelos arraigados bajo la barba, apéndices de una longitud y lozanía que envidiara cualquier moscovita.

Krapf, y le dan mayor realce y atractivo las variantes, el catálogo de las ediciones que de La Celestina se han hecho en español, en francés, en inglés, en holandés, en alemán, en latín y en italiano, y sobre todo una bella introducción, notas y apéndices de D. Marcelino Menéndez y Pelayo. Nunca un libro, por original que sea, deja de tener antecedentes.

Menos deseo la gracia de vuestras casquivanas medusas, ni el ondulante encanto de sus cabellos inflamados que atraen, las crean enemigos y las ayudan á naufragar. ¡Oh madre! sólo deseo una cosa, ser... ser uno, y sin apéndices externos y comprometedores ser rechoncho, fuerte en mismo, redondo, pues es la forma más á propósito para podernos librar de las garras de los demás, el ser, en fin, centralizado.

Con los ojos amarillentos fijos en lo alto, agitaba las barbillas de su rostro, recortadas como hojas, y unos apéndices dorsales semejantes á plumas. Este cebo falaz atraía á los inexpertos, cerrándose sobre ellos las cavernosas mandíbulas.

Dióseles lo que manda el aquel, vamos al decir, del hombre que lo entiende; pero no les acanzó. El pastor, al decir esto, metió en el saco la mano y sacó de él dos cuernos de diferente forma y tamaño. Aquí están las gamas dijo, levantando en alto los dos retorcidos apéndices.

Creí hallar fuentes de aguas calizas, y me encontré con bellísimas formaciones silíceas, sumamente caprichosas en todos los estadios de desarrollo: conos truncados con apéndices cilíndricos, pirámides cortadas, con cavidades redondas, con bordes estriados, estanques hirviendo.

Ante la mesa y sus apéndices, no sin mil cumplimientos y ceremonias, fueron tomando asiento los padres curas, porfiando bastante para ceder los asientos de preferencia, que al cabo tocaron al obeso Arcipreste de Loiro la persona más respetable en años y dignidad de todo el clero circunvecino, que no había asistido a la ceremonia por no ahogarse con las apreturas del gentío en la misa , y a Julián, en quien don Eugenio honraba a la ilustre casa de Ulloa.