United States or Iran ? Vote for the TOP Country of the Week !


Quedaba el consentimiento del padre, y la madre apremiaba este detalle. La situación de ella, sobrado equívoca en Concordia, exigía una sanción social que debía comenzar, desde luego, por la del futuro suegro de su hija. Y sobre todo, la sostenía el deseo de humillar, de forzar a la moral burguesa, a doblar las rodillas ante la misma inconveniencia que despreció.

Viene a implorar su perdón. Se equivoca usted; viene por dinero repuso sonriendo ya forzadamente. El P. Gil permaneció un instante silencioso y dijo al cabo: No me atrevo a asegurar a usted nada. Parece que está arrepentida... Su acento es sincero y ha llorado con verdadero dolor en mi presencia. Un relámpago de ira pasó por los ojos del hidalgo.

Vea usted ahora cómo no andaba descaminado al afirmar que tal vez necesitase usted refrescar el corazón o, lo que es igual, aligerarlo de alguna impresión demasiado punzante. ¡Ay Dios, qué pesado! dijo la señorita de Mory en voz baja; y en alta voz repuso : Pues se equivoca usted de medio a medio, Isidorito; nada me pincha ni me punza por ahora. Permítame usted que lo dude.

La vieja dama echó furtivamente torcida y equívoca mirada a su sobrino, y frunciendo sus pálidos labios objetóle con agridulce tono: ¡, sin duda! puede encontrarse la joya que deseas... pero debo antes observar que las niñas criadas en la escuela de la adversidad, generalmente no tienen un cuarto. ¡Tía, el dote para es cuestión secundaria!

Fernando sonrió, algo asombrado de la naturalidad con que don José hacía esta declaración. ¡Qué cinismo tranquilo!... Y quiso acompañar su risa tocándole en el pecho con un dedo, pero se detuvo al ver su gesto de sorpresa. Se equivoca usted, señor Ojeda. Yo soy un indigno pecador en muchas cosas... menos en ésa. Tengo mis defectos, como todos los hombres, pero lo que usted cree... ¡nunca!

Honrado por las Islas Filipinas con el cargo de Diputado para representar sus derechos é intereses en las Córtes constituyentes, y deseando acreditar mi fina correspondencia al honor que merecí, con abandono y consiguientes perjuicios de mis intereses, á los quince dias de mi eleccion dejé las Islas y me embarqué para España, dando asi á mis comitentes una prueba nada equívoca de mis buenos deseos y disposicion de corresponder á la confianza que en depositaron.

Lo que es probable, casi seguro, es que el Condesito te ha encontrado bella, airosa y elegante; ha imaginado que eres buena y que estás bien educada, en lo cual no se equivoca, y te admira y le atraen hacia ti curiosidad, simpatía y otros vagos deseos y pensamientos. Te concedo, además, que el Condesito, con su petulancia, que es mucha, se promete triunfos y victorias que no te hacen favor.

La gente abandonaba los balconajes para correr a este último sitio. Cerca del jardín de invierno encontróse con Maud, que marchaba entre los esposos Lowe. Cruzaron un saludo, y Ojeda experimentó instantáneamente una sensación de extrañeza. Mrs. Power parecía otra mujer. Casi sintió deseos de pedirla perdón, como el que se equivoca confundiendo a un extraño con una persona amiga.

Y con facilidad maravillosa iba copiando, en distintos caracteres de letras, esta frase tan extraña y tan equívoca, que parecía ser reflejo de esa idea íntima, ese pensamiento oculto que jamás se formula y es, sin embargo, el primero que se apresura a estampar todo hombre cuando algo que escribe y algo en que se puede escribir le invitan a solas a trazar allí un concepto.

Dices que sospechabas esto que ha pasado, mejor, que lo adivinabas. ¿En qué te fundabas para adivinarlo?... ¿qué observaste y qué supiste? ¡Ay!... ¡con lo que sale ahora este bobo...! ¿Crees que una mujer celosa necesita ver nada? Lo olfatea, lo calcula y no se equivoca... Se lo dice el corazón. El corazón no dice nada. Eso es una frase.