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Actualizado: 26 de mayo de 2025
A los pies de la cama el sacerdote, con semblante noble y grave, contemplaba a la pobre moribunda elevando de vez en cuando sus ojos hacia el Cielo adonde su espíritu habría de volar pronto. Súbitamente apareció Antoñita en el marco de la puerta, quedándose en la sombra que envolvía uno de los ángulos del cuarto. No intentes ocultarme tu llanto, Amaury decía Magdalena con acento cariñoso.
Cuando recobré el conocimiento estaba sentado sobre un banco de piedra, en el banco de un enorme edificio semejante a un convento, que el más grave silencio envolvía. Dos padres lazaristas lavaban cuidadosamente mi oreja. Un aire fresco circulaba; la garrucha de un pozo chirriaba lentamente, y una campana tocaba a maitines.
En torno se derretía la nieve, pesadas gotas de agua caían del tejado, de los árboles, del muro. El aire tibio, límpido, de la primavera envolvía el jardín. El día era claro, luminoso. La excitación de Petrov desapareció, así como los pensamientos fragmentarios que turbaban su espíritu. Sólo le quedó una honda tristeza. Se tendió en la cama.
Al fin se separaron, se miraron, y don Juan vió en los ojos de su mujer lo que jamás había visto, lo que ni aun había sospechado, lo que no sabía que existiese: un amor sobrenatural, una vida que vivía en su vida; una alegría que era su alegría; un alma que absorbía la suya, la envolvía, la acariciaba y la defendía; una fuerza infinita de absorción que no le dejaba vida, ni deseo, ni voluntad como no fuesen para doña Clara.
Cuando, á la caída de la tarde, entró el doctor Aresti en el despacho, el millonario se reanimó, volviendo de un golpe á la vida. ¡Esto es un horno! gritó el médico, ¡Aquí no se puede respirar; qué humareda; parece un incendio! Y se fué á los balcones, abriéndolos para que se disolviera la nube de tabaco en que se envolvía su primo.
El crepúsculo, subiendo poco á poco de Levante envolvía á la ciudad con su velo sombrío, apagaba después las luces temblorosas del Océano, se esparcía sobre las olas dejándolas verdes, inmóviles. Un soplo de tristeza estremecía súbito á los enamorados, poniéndolos graves y mudos, mirando con ojos extáticos la huída de la luz.
Tan rápido fué este acto, que la joven, preocupada únicamente en tirar de su lazo, casi cayó del caballo al faltarle de pronto el apoyo de la resistencia. Watson se alejó, sacándose el fragmento de cuerda que envolvía aún sus hombros. Luego la arrojó, sin volver la vista atrás. Mientras tanto, la niña de Rojas seguía recogiendo su lazo, que se arrastraba blandamente por el suelo.
Los celos y el ansia de la posesión exclusiva se daban la mano con el amor, y con deplorable frecuencia terminaban estas nocturnas escenas con la muerte ó heridas de un rival. La influencia de las ideas sobre el honor, que envolvía en sus complicados pliegues á toda la nación española, contribuyó en gran manera á que se multiplicasen estas luchas y disputas.
Entonces, de repente, entre la espesa bruma de temores y perplejidades que envolvía la mente de Jacobo como una cerrazón del océano, paralizando su natural audacia, brotó un punto luminoso... El tío Frasquito era rico, influyente, tenía entrada en todas partes, y aquella ridícula aventura le ponía en su poder atado de pies y manos, dadas las femeniles manías del presumido viejo.
Era un placer muy picante, según ella. Esto les recordó mejores días. El sol que se acercaba al ocaso, entraba hasta los pies de la cama y envolvía en una aureola a aquella pareja de aturdidos. El calor del fogón, las bromas y la faena habían encendido brasas en las mejillas de Obdulia; una oreja le echaba fuego. Estaba excitada, quería algo y no sabía qué.
Palabra del Dia
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