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Actualizado: 25 de junio de 2025
24 deja allí tu presente delante del altar, y ve, vuelve primero en amistad con tu hermano, y entonces ven y ofrece tu presente. 25 Concíliate con tu adversario presto, entre tanto que estás con él en el camino; para que no acontezca que el adversario te entregue al juez, y el juez te entregue al alguacil, y seas echado en prisión.
Mañana, domingo, cuya fecha lleva el periódico, ha de quedar distribuido en Villavieja antes de las ocho de la mañana. No se le olvide a usted volver a advertírselo a los repartidores, cuando les entregue, muy tempranito, la lista y los ejemplares correspondientes, que quedan aquí, como usted ve, ni encarecerles mucho las instrucciones que le tengo dadas para el reparto... ¿Se entera usted?
En resumen, todo es porque dejo en libertad á mi familia, para que se entregue á las prácticas religiosas y se entretenga con esa devoción bonita, inventada por los jesuítas. ¡Qué he de hacer yo, si eso las divierte! ¿Quieres acaso que me Imponga como un tirano de comedia, y diga: «Se acabó el trato con los Padres, aquí no hay más misa que la que diga el cura de Portugalete en el oratorio del hotel?» Eso no lo hago yo, Luis.
Figúrate mi desesperación, mi agonía, mi locura; yo no sé cómo no entregué el alma a Dios en aquellos días, porque además de mi gran pena, me consumía una fuerte calentura, a consecuencia de la herida de esta mano, pues bien viste que perdí dedo y medio en la calle de San José... ¿Crees que me curaba? Ni por pienso.
Ahora bien, nada tengo, si se exceptúan cien mil francos que Nicholson me ha dado a cuenta por los recuadros, cantidad que, según convenio, tendría que devolverle si no termino mi trabajo... debe darme, además, el doble de aquella suma el día que entregue la obra concluída... No creo que podré acabarlos antes de cuatro meses... Te pido, pues, que si a mí me toca morir, me acuerdes ese plazo de que te he hablado... y no tengo necesidad de decirte que este convenio es recíproco.
¿Aún no ha vuelto el señor de Maltrana? Y al saber que Feli estaba sola, negábase a pasar adelante. Era tarde y debía levantarse con el alba. Que trabaje usted mucho, señora, y duerma bien. ¡Ah! Y si tiene usted un rato libre y quiere distraerse, lea aquella oración tan bonita que le entregué. Se ganan ochenta días de indulgencia.
Bien lo notó el Ilustrísimo Señor Obispo de esa diócesis en su visita, en la que dejó dadas las correspondientes providencias para remediar el doloroso abandono que advirtió en algunos pueblos, siendo maravilla el que con tanto descuido no faltasen ya muchas alhajas de la iglesia, mayormente sucediendo que a menudo suelen quitar y poner sacristanes, sin que a los entrantes se les entregue por cuenta la sacristía, ni a los salientes se les tome cuenta, de modo que si faltase alguna cosa sería imposible el averiguar cuándo o en qué tiempo había faltado; y si no suceden frecuentes extravíos o robos es porque los indios tienen mucha veneración a las cosas de la iglesia.
Dentro del sobrecito, que despedía perfume penetrante, había una tarjeta y algunas hojas de rosa. La tarjeta decía: «Isabel de Montalvo, condesa del Padul», con corona encima. Al respaldo se leía en letra diminuta, pero clara: «Lo prometido es deuda.» Volví a encerrarla en el sobre con las hojas y se la entregué, altamente sorprendido, a Villa.
Estas mandas se adivina que son restituciones por préstamos que le hicieron en sus años de miseria. Hasta ordena que se le entregue cierto dinero «a un judío que moraba a la puerta de la judería de Lisboa», el único en todo el testamento que figura sin nombre. Parientes de Génova no menciona uno siquiera, ni deja nada para residentes en Italia.
Entregué á mi llegada á dicho capitan la carta de mi comision, y enterado de ella, dijo: que dicha carta contenia condujose seis reses vivas al mismo sitio donde estaba el barco; y no pudiendo verificar esta remesa, respondió en carta dicho capitan no podia ser por causa de los montes.
Palabra del Dia
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